La Comba de la Amistad
Había una vez un niño llamado Mateo que era muy alegre y divertido. Le encantaba saltar a la comba, pero desafortunadamente, no tenía amigos con quienes jugar.
Mateo iba todos los días al colegio esperando encontrar compañeros de juego, pero siempre se encontraba solo en el patio. Un día, mientras saltaba a la comba en medio del patio vacío, escuchó unos pasos acercándose. Era su maestra, la señorita Ana.
Ella se acercó a Mateo y le preguntó: "¿Por qué estás siempre solo aquí? ¿No tienes amigos con quienes jugar?"Mateo bajó la mirada y respondió tristemente: "No tengo amigos en el colegio".
La señorita Ana se sintió afligida por la situación de Mateo y decidió hacer algo al respecto. Al día siguiente, cuando llegaron los demás niños al colegio, les habló sobre lo divertido que era saltar a la comba y les animó a unirse a Mateo durante el recreo.
Al principio, algunos niños dudaron en participar porque nunca habían saltado a la comba antes. Pero poco a poco, uno por uno empezaron a unirse al juego de Mateo. Pronto todo el grupo estaba riendo y divirtiéndose juntos.
La noticia sobre el increíble talento de salto de comba de Mateo se extendió rápidamente por todo el colegio. Incluso los niños mayores empezaron a interesarse en aprender cómo hacerlo.
Pronto Mateo ya no estaba solo durante el recreo; tenía muchos amigos con quienes compartir su pasión por saltar a la comba. Juntos practicaban diferentes trucos y se retaban a sí mismos para mejorar cada día.
Un día, mientras saltaban a la comba en el patio, Mateo notó que había alguien mirándolos desde una ventana. Era un niño nuevo llamado Tomás. Parecía tímido y un poco asustado de acercarse. Mateo se acercó a la ventana y le sonrió a Tomás.
"¡Hola! ¿Quieres aprender a saltar a la comba con nosotros?" -le preguntó. Tomás pareció sorprendido pero emocionado al mismo tiempo. Asintió con la cabeza y salió corriendo hacia el patio. Pronto, Mateo y sus amigos le enseñaron cómo agarrar la cuerda y los movimientos básicos del salto.
Desde ese día, Mateo, sus amigos y Tomás se convirtieron en inseparables. Juntos formaron un equipo de comba imparable en el colegio e incluso ganaron varios concursos locales.
La historia de Mateo nos enseña que no importa cuán solo te sientas, siempre hay una oportunidad para hacer amigos si compartes tus intereses y pasiones con los demás.
La amistad puede surgir de las situaciones más inesperadas si estás dispuesto a abrir tu corazón y aceptar nuevas personas en tu vida. Y así fue como Mateo encontró su felicidad rodeado de risas, juegos y muchos saltos divertidos junto a sus nuevos amigos.
FIN.