La cometa de Tomás



Era un día soleado en el jardín de la casa de Tomás. Él estaba emocionado porque había construido una cometa para volarla con sus amigos. "¡Mamá, papá! ¡Vengan a ver mi cometa!"- gritó Tomás.

Sus padres salieron corriendo al jardín y se quedaron sorprendidos por lo bonita que era la cometa. Era grande, de colores brillantes y tenía una cola larga que se movía con el viento. "Es preciosa, hijo"- dijo su mamá sonriendo.

"¿Quieres que te ayudemos a volarla?" - preguntó su papá. Tomás asintió emocionado y los tres se pusieron a trabajar. Después de unos minutos, la cometa estaba lista para volar.

"¡Listo! ¡Aquí vamos!"- exclamó Tomás mientras corría hacia atrás para tomar impulso y lanzar la cometa al aire. Pero cuando intentó tirar del hilo para hacer subir la cometa, algo salió mal. La cuerda se rompió y la cometa cayó al suelo destrozada. Tomás estaba muy triste.

Había trabajado duro en esa cometa y ahora no podía disfrutarla como quería. Sus padres intentaron consolarlo pero él seguía sintiéndose mal. "No te preocupes hijo", dijo su papá "Podemos arreglarla".

Así que los tres comenzaron a trabajar juntos para arreglar la cometa rota. Fue un trabajo duro pero después de unas horas, finalmente lograron repararla. Esta vez, cuando Tomás intentó volar la cometa, todo funcionó bien.

La cometa volaba alto en el cielo y él estaba muy feliz. "¡Miren mamá, papá! ¡Mi cometa está volando!"- gritaba mientras saltaba de emoción. Pero entonces algo inesperado sucedió. El viento cambió de dirección y la cometa comenzó a caer hacia el suelo otra vez.

Tomás intentó tirar del hilo para evitar que se estrellara, pero era demasiado tarde. La cometa había vuelto a romperse. Tomás estaba desanimado otra vez. Pensó que nunca podría disfrutar de su cometa como quería.

Pero sus padres le dijeron que no se rindiera tan fácilmente. Le animaron a seguir intentándolo hasta lograrlo. Así que Tomás decidió darle una última oportunidad a su cometa.

Esta vez, trabajó con más cuidado y paciencia para asegurarse de que todo estuviera perfecto antes de intentar volarla otra vez. Y finalmente, después de varios intentos fallidos, la cometa voló alto en el cielo sin problemas. Tomás estaba radiante de felicidad y orgullo por haber logrado lo que parecía imposible al principio.

"¡Lo hicimos! ¡Mi cometa está volando!" - exclamaba emocionado mientras observaba cómo la cola larga se movía en el viento. Esta experiencia enseñó a Tomás una importante lección sobre perseverancia y no rendirse ante las dificultades.

A partir de ese día, siempre recordaría cómo reparar su propia cometa con paciencia y perseverancia cuando algo saliera mal.

Y así fue como cada vez que veía su hermosa cometa volando en el cielo, recordaba esa lección y se sentía más fuerte y valiente que nunca.

FIN.

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