La Cometa Dorada


Había una vez, en un pequeño pueblo rodeado de montañas y campos verdes, donde el viento soplaba fuerte y fresco todos los días.

Los niños corrían por las calles con sus cometas en mano, mientras que los adultos trabajaban en sus tierras o negocios, agradeciendo al viento por su ayuda constante. Pero un día, algo extraño sucedió. El viento dejó de soplar. No hubo brisa fresca ni sonido de hojas moviéndose.

Los árboles permanecieron inmóviles y la gente se preocupaba cada vez más. "¿Qué está pasando? ¿Por qué no hay viento?" preguntó Tomás, un niño curioso del pueblo. "No lo sé", respondió su abuela mientras tejía una manta.

"Pero algo debe haber pasado para que el viento haya desaparecido". Los días pasaron sin ninguna señal del viento. Las plantas comenzaron a marchitarse y las aves migratorias se quedaron varadas en el pueblo sin poder continuar su camino.

Un día, Tomás decidió investigar lo que estaba sucediendo con el viento. Se puso su chaqueta y sombrero favoritos y salió a explorar los alrededores del pueblo. Caminó durante horas hasta llegar a la cima de una colina donde encontró una cueva oscura e intrigante.

Decidió entrar para ver si había alguna pista sobre la desaparición del viento. Dentro de la cueva encontró a un hombre viejo sentado en una roca con los ojos cerrados como si estuviera meditando.

"Disculpe señor, ¿usted sabe qué pasó con el viento?" preguntó Tomás tímidamente. El hombre abrió los ojos y sonrió. "Sí, yo lo sé", dijo en voz baja. "El viento ha sido robado por un malvado mago que quiere controlar todo".

"¿Qué podemos hacer para recuperarlo?" preguntó Tomás emocionado. "Debemos encontrar al mago y pedirle que nos devuelva el viento", respondió el hombre sabiamente.

Tomás regresó al pueblo y convocó a todos los niños del lugar para que lo ayudaran en su misión. Juntos construyeron una gran cometa dorada y se dirigieron hacia la cueva donde encontraron al hombre viejo. "Nosotros vamos a recuperar el viento", dijo Tomás decidido.

"¿Nos ayudaría a encontrar al mago?"El hombre asintió y les dio un mapa mágico que mostraba la ubicación del castillo del mago. Los niños emprendieron su viaje hacia el castillo, enfrentando muchos obstáculos peligrosos como puentes rotos y ríos embravecidos.

Pero no se dieron por vencidos, ya que su determinación era más fuerte que cualquier desafío. Finalmente llegaron al castillo del mago donde encontraron una gran puerta de hierro cerrada con llave. Con mucho esfuerzo lograron abrirla utilizando todas sus habilidades e ingenio infantil.

Cuando entraron al castillo fueron recibidos por el mago quien les explicó sus intenciones de controlar todo usando el poder del viento. "Por favor señor, devuélvanos el viento", suplicó Tomás. El mago suspiró y finalmente cedió a su petición.

Liberó el viento que había estado atrapado en una jaula mágica y lo dejó volar libre por los cielos. Los niños regresaron al pueblo con la cometa dorada, felices de haber cumplido su misión.

El viento comenzó a soplar nuevamente, trayendo consigo un aire fresco y renovador. "Gracias por ayudarnos a recuperar el viento", dijo la abuela de Tomás mientras sostenía la cometa dorada en alto. "Ustedes han demostrado que incluso los más pequeños pueden lograr grandes cosas si trabajan juntos".

Desde ese día, los niños del pueblo nunca subestimaron su poder colectivo y siempre recordaron cómo recuperaron el viento para todos.

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