La Comida de Sofía



Había una vez una niña llamada Sofía que decidió salir a comer sola a su restaurante favorito. Era un lugar pequeño y acogedor, lleno de colores y aromas deliciosos. Sofía se sentó en una mesa cerca de la ventana y pidió su plato preferido: una pizza margarita con mucho queso.

Mientras esperaba, Sofía miraba por la ventana, observando cómo la gente pasaba de camino a sus trabajos, jugando en el parque o simplemente disfrutando del día soleado. De repente, un chico llamado Lucas, que estaba sentado en una mesa contigua, decidió acercarse a ella.

"Hola, ¿te importaría si me siento aquí?"

- preguntó con una sonrisa amistosa.

Sofía, un poco sorprendida pero intrigada, respondió:

"Claro, no hay problema. ¿Te gusta la pizza?"

"¡Me encanta! ¿Qué más pediste?"

- Lucas replicó, acomodándose en la silla.

"Sólo la pizza... La mejor de todas, por supuesto. ¿Y vos?"

- Sofía le devolvió la sonrisa.

"Yo pedí una lasaña, pero creo que me estoy arrepintiendo de no haber elegido la pizza también. Es difícil resistirse a su olor."

Mientras charlaban, Sofía se dio cuenta de que Lucas era un chico muy divertido. Contó chistes y ambos rieron a carcajadas. Justo en ese momento, la comida llegó a la mesa y el aroma llenó el aire.

"¡Wow! Se ve increíble," dijo Lucas, mirando la pizza.

"¡Lo sé! No puedo esperar para probarla. Vos también deberías comer. La lasaña es rica, pero la pizza siempre gana en mi corazón," respondió Sofía, mientras servía un pedazo para compartir.

"¿De verdad?"

- Lucas le brillaron los ojos.

"¡Yo tengo una idea! ¿Qué tal si hacemos un trato? Compartimos un pedazo de pizza por un pedazo de lasaña. "

Sofía pensó que era una excelente idea, así que, compartieron sus platos, riendo y disfrutando de la comida.

Un rato después, Sofía lanzó una pregunta curiosa:

"¿Qué quieres ser cuando seas grande?"

"Quiero ser inventor. Me encanta crear cosas. Como por ejemplo, un dispositivo que haga que la comida se cocine sola. ¡Imaginá lo fácil que sería eso!"

- Lucas dijo emocionado.

"Eso suena genial. Siempre he querido construir una casa para gatos. Encontrar un lugar genial para que vivan y jueguen, sería un sueño. "

- Sofía respondió, con los ojos brillantes.

La conversación se tornó más profunda y comenzaron a hablar sobre los sueños, las pasiones y lo importante que es seguir lo que les gusta. De repente, Lucas se mostró un poco nervioso:

"Sofía, ¿puedo preguntarte algo?"

"Claro, preguntá lo que quieras," dijo ella, intrigada.

"¿No te da miedo salir sola? Algunas personas piensan que es raro. Yo siempre he preferido salir con amigos..."

Sofía reflexionó un momento antes de responder:

"No, para nada. A veces, es bueno disfrutar de la propia compañía y aprender a estar bien con uno mismo. Además, uno nunca sabe cuándo puede ocurrir algo lindo, como hoy."

Lucas miró a Sofía con admiración. Ambos se dieron cuenta de que habían aprendido algo importante aquel día: la amistad puede surgir de cualquier rincón y que es valioso disfrutar de la propia compañía. Al final de la jornada, intercambiaron números de teléfono y prometieron verse nuevamente para seguir compartiendo ideas y sueños.

Sofía volvió a casa con una sonrisa en el rostro, recordando lo feliz que se sintió al abrirse a la amistad y el poder de la conexión humana. Nunca pensó que un simple almuerzo solo podría llevar a una historia tan bonita. Desde entonces, Sofía y Lucas salieron a comer juntos muchas veces, cocinando nuevas recetas y compartiendo sueños. Y cada vez que uno de ellos iba solo a un lugar, sabía que las mejores sorpresas podían estar a la vuelta de la esquina.

FIN.

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