La comida que unió corazones
Lolo y Nacha eran dos grandes amigos que siempre estaban juntos. Un día, decidieron ir a comer a la cantina del barrio.
Cuando llegaron, se sentaron en una mesa cerca de la ventana y empezaron a revisar el menú. "Mira Lolo, hay milanesas con papas fritas", dijo Nacha emocionada. "Sí, pero también hay ensaladas y pescados al horno", respondió Lolo.
Después de pensarlo un rato, decidieron compartir una milanesa con papas fritas y una ensalada para equilibrar la comida. Mientras esperaban su comida, notaron que en otra mesa había un señor mayor comiendo solo. Parecía triste y aburrido. Lolo y Nacha se miraron entre sí y decidieron hacer algo para animarlo.
"Vamos a pedirle al mozo si podemos invitarlo a nuestra mesa", propuso Nacha. Lolo asintió con entusiasmo y fueron hacia el mozo para hacer su pedido especial. El mozo los miró sorprendido pero aceptó llevarles un plato extra sin cargo adicional.
Cuando el señor mayor se unió a ellos en la mesa, Lolo y Nacha le preguntaron sobre su vida. Descubrieron que era viudo hace muchos años y que sus hijos vivían lejos.
A partir de entonces, lo incluyeron regularmente en sus salidas gastronómicas como parte de su pequeña familia elegida.
Después de terminar su comida juntos, el señor les dio las gracias por haberlo invitado a su mesa e hizo algo inesperado: sacó una moneda antigua del bolsillo de su chaqueta vieja y se la regaló a Lolo. "Esto es para ustedes, mis amigos. Me han hecho sentir menos solo hoy", dijo el señor con una sonrisa. Lolo y Nacha se miraron felices, agradecidos por haber hecho un nuevo amigo.
A partir de ese día, visitaron juntos al señor todos los domingos para que no comiera solo nunca más.
Y en su mesa siempre había una moneda nueva que les recordaba su amistad especial y su pequeño acto de bondad hacia alguien necesitado. De esta manera, Lolo y Nacha aprendieron que las acciones simples pueden tener un gran impacto en la vida de los demás.
FIN.