La competencia saludable



Había una vez, en una pequeña verdulería de barrio, un grupo de frutas y verduras que anhelaban ser las más importantes para los niños del jardín.

Los tomates querían ser los más sabrosos, las zanahorias querían ser las más crujientes y dulces, mientras que las manzanas querían ser las más coloridas y jugosas. Un día, llegó al local un niño llamado Juanito. Era un chico muy curioso y siempre estaba buscando cosas nuevas por descubrir.

Al entrar a la tienda, se fijó en cada uno de los productos que había allí. Las frutas y verduras lo saludaron con alegría. - ¡Hola! -dijo el tomate- ¿Quieres probar mi sabor? Soy el más delicioso de todos.

- ¡No es cierto! -interrumpió la zanahoria- Yo soy la reina de las hortalizas. Mi sabor es único e incomparable. Las frutas también entraron en discusión sobre quién era la mejor entre ellas.

La manzana decía que su piel era tan roja como el fuego y su pulpa tan jugosa como ninguna otra fruta; mientras tanto, la naranja afirmaba tener un aroma inigualable e infinitas propiedades nutritivas. Juanito se acercó a ellas para escuchar sus argumentos con atención.

Sin embargo, no podía decidir cuál era su favorita porque todas eran diferentes pero parecían igualmente importantes. De repente, alguien interrumpió la discusión: era una anciana muy sabia que trabajaba en la verdulería desde hacía muchos años.

- ¿Qué pasa aquí? -preguntó con una sonrisa en el rostro. Las frutas y verduras se detuvieron de inmediato, avergonzadas por haber discutido delante de Juanito. - Queremos ser las más importantes para los niños del jardín -explicó el tomate-.

Pero no podemos decidir quién es la mejor entre nosotros. La anciana les miró con ternura y les dijo:- No hay necesidad de competir entre ustedes. Cada uno tiene algo especial que ofrecer a los demás.

Los tomates son ricos en licopeno, las zanahorias tienen mucha vitamina A, las manzanas tienen fibra y nutrientes esenciales, mientras que las naranjas contienen grandes cantidades de vitamina C. Todos son importantes para nuestra salud.

Juanito asintió con la cabeza, entendiendo lo que la anciana quería decirle. Él sabía que todas estas frutas y verduras eran necesarias para mantenerse sano y fuerte. Desde ese día, Juanito visitaba a menudo la verdulería y compraba un poco de cada producto.

Descubrió que mezclarlos podía crear platos muy sabrosos y nutritivos. Además, aprendió a valorar cada uno por sus propias cualidades únicas. Las frutas y verduras estaban felices porque habían encontrado un nuevo amigo en Juanito.

Y aunque nunca llegaron a un acuerdo sobre quién era el mejor entre ellos, se dieron cuenta de que todos eran igualmente importantes e indispensables para una vida saludable.

FIN.

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