La competición de creatividad en Santucho


Había una vez en un pequeño pueblo llamado Santucho, donde los niños y niñas eran muy creativos y les encantaba pasar su tiempo libre haciendo manualidades y jugando juntos.

Sin embargo, un día se dieron cuenta de que siempre hacían las mismas cosas y querían algo más emocionante. Un grupo de amigos decidió organizar una competencia de creatividad para todos los niños del pueblo.

La idea era que cada equipo tuviera que crear la manualidad más original con materiales reciclados en un tiempo determinado. El equipo ganador recibiría un premio sorpresa. Los niños estaban muy emocionados ante la idea de poder demostrar su creatividad y trabajar en equipo.

Se formaron varios equipos, cada uno con diferentes habilidades y personalidades. El día de la competencia llegó y todos los equipos estaban listos para comenzar a crear sus manualidades. Había mucha energía en el aire mientras los niños trabajaban juntos para construir sus proyectos.

Uno de los equipos estaba liderado por Martina, una niña muy organizada que siempre tenía grandes ideas, pero a veces era demasiado mandona con sus compañeros.

Otro equipo estaba liderado por Juan, quien era muy bueno dibujando pero no tan bueno trabajando bajo presión. Mientras tanto, el tercer equipo estaba liderado por Sofía, una niña muy dulce que siempre buscaba ayudar a sus compañeros cuando lo necesitaban.

La competencia fue intensa e incluso hubo momentos en los que algunos equipos discutieron entre ellos debido al estrés del momento. Pero finalmente llegó el momento decisivo: todos presentaron sus creaciones ante el jurado.

Después de mucho deliberar, el jurado anunció al ganador: ¡el equipo liderado por Sofía! Habían creado una manualidad hermosa y original, pero lo más importante es que habían trabajado juntos como un equipo, apoyándose mutuamente en todo momento. Todos los niños aprendieron una valiosa lección ese día: la importancia de trabajar juntos y apoyarse mutuamente para lograr grandes cosas.

Y aunque no todos ganaron el premio, cada uno de ellos había descubierto algo nuevo sobre sí mismo y sobre sus compañeros.

A partir de ese día, los niños del pueblo siguieron organizando competencias divertidas y creativas para seguir explorando su lado artístico mientras fomentaban la cooperación entre ellos. Y así fue como Santucho se convirtió en un lugar donde la creatividad florecía en comunidad.

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