La Comunicación Amistosa en el Bosque Encantado


Había una vez en un bosque encantado, dos amigos muy especiales: Lila la Ardilla y Max el Conejo. Siempre jugaban juntos y se contaban todo, pero a veces tenían pequeñas discusiones que los ponían tristes.

Un día, mientras saltaban de rama en rama, Max le dijo a Lila:- ¡Estoy molesto contigo! Siempre interrumpes mis historias y no me dejas hablar.

Lila se sintió mal al escuchar eso y respondió:- Yo también me siento mal cuando hablas tan fuerte que me asustas. No sé cómo decirte lo que siento sin gritar. Ambos se quedaron en silencio por un momento, pensando en cómo podrían comunicarse de manera más calmada.

Fue entonces cuando vieron a lo lejos a Lucas el Búho, conocido por ser sabio y buen consejero. Se acercaron a Lucas y le contaron su problema.

El búho los miró con ternura y les dijo:- Para comunicarse de manera calma, primero deben respirar profundo cuando sientan que se están alterando. Luego, expresen lo que sienten usando palabras amables y respetuosas. Lila y Max asintieron con entusiasmo y decidieron poner en práctica el consejo del sabio búho.

Esa misma tarde, mientras tomaban té de manzanilla junto al arroyo, surgió una nueva oportunidad para probarlo. Max comenzó diciendo:- Lila, cuando interrumpes mis historias, me hace sentir frustrado porque quiero compartir mis aventuras contigo. Lila respiró hondo y respondió con calma:- Max, no lo hago queriendo.

A veces me emociono tanto que no puedo evitarlo. Prometo prestar más atención para no interrumpirte. Los dos amigos se abrazaron contentos de haber encontrado una forma pacífica de comunicarse.

Desde ese día, cada vez que surgía algún conflicto entre ellos, recordaban los pasos para expresar sus sentimientos de manera tranquila. Con el tiempo, Lila y Max se convirtieron en expertos en comunicación asertiva y su amistad se fortaleció aún más.

Aprendieron que hablar desde el corazón con respeto era la clave para resolver cualquier diferencia. Y así fue como en aquel bosque encantado reinaba la armonía gracias a dos pequeños amigos que descubrieron el poder de comunicarse con calma y sinceridad.

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