La conejita bailarina y su sueño cumplido



En un pequeño pueblo, vivía una dulce conejita llamada Lola. Ella era apasionada por el baile y soñaba con participar en el prestigioso concurso anual de baile del pueblo. Sin embargo, cuando se acercó al jurado para inscribirse, la rechazaron por no tener los zapatos especiales que se requerían para el concurso. Lola estaba muy entristecida, pero en lugar de darse por vencida, decidió que haría todo lo posible para conseguir esos zapatos.

A partir de ese día, Lola comenzó a ahorrar cada peso que ganaba en su pequeña mesada, pero pronto se dio cuenta de que no sería suficiente. No queriendo pedir ayuda a sus padres, decidió buscar un trabajo. Después de la escuela, se ofreció para ayudar en la panadería del pueblo, limpiar el parque y realizar otras tareas para juntar el dinero que necesitaba. A pesar del cansancio, Lola nunca perdió su gracia ni su alegría, y siguió bailando en cada oportunidad que tenía.

Finalmente, después de meses de arduo trabajo y esfuerzo, Lola pudo comprar los zapatos de baile que tanto anhelaba. Con sus pies temblorosos pero llenos de emoción, se inscribió en el concurso. El día del evento, mientras se preparaba en el camarín, escuchaba a las otras participantes burlarse de ella por ser pobre y menospreciar su esfuerzo. A pesar de sentirse herida, Lola decidió demostrarles a todos su talento y determinación.

Cuando salió al escenario, la música comenzó a sonar y Lola comenzó a bailar con gracia y pasión. Con cada paso, su delicadeza y destreza llenaron el escenario, cautivando al público y al jurado. Al terminar su presentación, el teatro estalló en aplausos y ovaciones. El jurado, con lágrimas en los ojos por el hermoso espectáculo que acababan de presenciar, anunció a Lola como la ganadora del concurso.

Lola se convirtió en la estrella del pueblo, inspirando a los demás a seguir sus sueños con valentía y perseverancia. Desde ese día, todos aprendieron que no importa de dónde vengas o cuánto tengas, con esfuerzo, dedicación y amor por lo que haces, puedes alcanzar cualquier sueño. Y Lola, con su ejemplo, demostró que los zapatos no hacen al bailarín, sino el corazón y el alma que pones en cada paso de baile.

FIN.

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