La construcción de los sueños de Juanito
Había una vez un pequeño constructor llamado Juanito. Desde muy temprana edad, siempre le había gustado jugar con bloques de construcción y armar torres y edificios imaginarios en su habitación.
Un día, mientras paseaba por la calle, vio a un grupo de obreros trabajando en la construcción de un gran edificio. Fascinado por lo que veía, se acercó para observar más de cerca.
- ¡Hola! - saludó uno de los obreros al verlo allí parado - ¿Te gusta lo que estamos haciendo? - Sí, me encanta - respondió Juanito emocionado - Me encantaría ser como ustedes cuando sea grande.
- Pues entonces tienes que estudiar mucho y trabajar duro para lograrlo - dijo el obrero con una sonrisa amable. Desde ese día en adelante, Juanito se dedicó con más empeño que nunca a sus juegos de construcción. Pasaba horas enteras armando todo tipo de estructuras y experimentando con diferentes materiales.
Y cada vez que tenía oportunidad, se acercaba a los obreros del barrio para aprender más sobre su trabajo. Pero no todo era fácil para Juanito.
A veces se sentía frustrado porque sus creaciones no salían como él quería o porque no sabía cómo resolver ciertos problemas técnicos. Un día, mientras intentaba construir una torre muy alta con bloques pequeños, se dio cuenta de que algo andaba mal. La estructura parecía estar demasiado inclinada y corría el riesgo de derrumbarse en cualquier momento.
Desanimado y triste, Juanito pensó en abandonar su proyecto. Pero entonces recordó las palabras del obrero: "tienes que trabajar duro y estudiar mucho para lograrlo". Así que decidió no rendirse.
Con paciencia y determinación, Juanito desarmó la torre y empezó a construirla de nuevo. Esta vez, se tomó el tiempo de medir bien cada bloque y de asegurarse de que todo estuviera en su lugar correcto.
Y cuando terminó, se dio cuenta de que había creado la estructura más alta y estable que jamás había hecho antes. Estaba tan orgulloso de sí mismo que corrió a mostrársela a los obreros del barrio. - ¡Miren lo que hice! - exclamó emocionado mientras les enseñaba su creación.
Los obreros sonrieron con admiración al ver el trabajo del pequeño constructor. Y uno de ellos le dijo:- Sabes qué, Juanito? Creo que tienes un gran futuro como constructor. Si sigues trabajando así, podrías llegar muy lejos.
Desde ese día en adelante, Juanito siguió practicando y aprendiendo todo lo posible sobre construcción. Y cuando finalmente llegó el momento de elegir una carrera universitaria, no tuvo ninguna duda: quería ser arquitecto.
Gracias a su dedicación y esfuerzo constantes, Juanito logró cumplir su sueño y convertirse en un exitoso arquitecto reconocido por sus diseños innovadores y creativos.
Pero nunca olvidaría aquellos primeros días en los que descubrió su pasión por la construcción gracias a los consejos sabios del amable obrero del barrio.
FIN.