La Conversación de la Playa
Era un día soleado en una hermosa playa mexicana. Las olas del mar susurraban suavemente y el viento traía el olor fresco del océano. En medio de la arena, una serpiente colorida llamada Selma se acomodaba en una roca cálida, disfrutando del sol. De repente, se dio cuenta que un camaleón llamado Cami estaba observando las olas, cambiando de colores de acuerdo con lo que lo rodeaba. Selma, intrigada, decidió acercarse a él.
- ¡Hola! - saludó Selma, moviendo su cola alegremente.
- ¡Hola! - respondió Cami, transformándose en un tono azul como el mar. - ¿Te gusta la playa?
- ¡Sí! Es mi lugar favorito. La arena es tan suave y el sol tan caliente. Y a vos, ¿te gusta venir aquí?
- ¡Claro! - exclamó Cami, cambiando a un color verde como las palmeras. - Me encanta jugar a esconderme entre los colores de la naturaleza.
Selma sonrió y asintió. Siempre había admirado la capacidad de Cami de cambiar de color, y pensó que era un talento maravilloso. Pero había algo que la preocupaba.
- Cami, ¿no te da miedo que cuando cambias de color no te vean?
- A veces, sí. Pero lo más importante es ser yo mismo. Si me siento bien, a veces el color no importa tanto.
- Eso suena interesante, pero a veces siento que ser diferente puede ser un problema.
- ¿Por qué? - preguntó Cami, mientras se transformaba en un brillante naranja que reflejaba el sol.
- Porque soy una serpiente, y a algunos les asusto.
Cami miró a Selma con compasión.
- Selma, ser diferente no es malo. Cada uno de nosotros tiene algo único que ofrecer.
- Pero, ¿qué puedo hacer si a algunos no les gusta mi apariencia?
- Podés mostrarles lo amable y divertida que sos. A veces, la verdadera belleza está en el interior.
Selma pensó en las palabras de Cami y se sintió un poco más animada. Siguieron conversando sobre sus aventuras en la playa, hasta que se les ocurrió una idea.
- ¿Y si organizamos un juego de escondidas en la playa? - sugirió Selma. - Yo puedo ayudar a encontrar a otros animales con mis ojos expressivos y vos podés convertirte en el color del entorno para esconderte.
- ¡Me encanta la idea! - dijo Cami emocionado.
Y así fue como, con cada uno mostrando su talento, comenzaron a llamar a otros animales. Pronto, una tortuga, un erizo y un grupo de pájaros se unieron al juego. Selma y Cami comenzaron a jugar y, efectivamente, mientras Cami se escondía, la serpiente señalaba en dirección a los colores de su amigo, los demás animales se reían, sorprendidos por lo bien que ambos se desempeñaban en sus roles.
Al final del día, cuando el sol comenzaba a ponerse, todos se reunieron para compartir sus experiencias.
- ¡Ese fue el mejor juego de escondidas que he jugado! - dijo el erizo.
- ¡Y Selma me mostró que ser diferente es genial! - agregó la tortuga.
Selma se sintió feliz, disfrutando del respeto y la amistad que había creado. Luego miró a Cami y sonrió.
- Gracias, Cami, por ayudarme a ver las cosas de otra manera.
- Y gracias a vos, Selma, por mostrarme que los colores únicos también pueden ser una fortaleza.
Desde ese día, la serpiente y el camaleón se hicieron grandes amigos, enseñando a todos los demás animales que ser diferentes era, en realidad, una gran riqueza.
Y así, con el ocaso del sol iluminando la playa y sus corazones, Selma y Cami se dieron cuenta de que la única forma de ser aceptados era siendo auténticos y apoyándose mutuamente, no importa cómo se vean.
Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.
FIN.