La Copa de la Amistad



. Desde pequeñas, siempre habían sido inseparables y se divertían juntas todo el tiempo. Un día, mientras estaban jugando en el parque, Alma encontró una pelota de fútbol abandonada.

- ¡Mira Lupe! ¿Qué te parece si nos ponemos a jugar al fútbol? - dijo Alma emocionada. - Sí, me encanta la idea - respondió Lupe con una sonrisa en su rostro. Las dos hermanas comenzaron a jugar y a reírse sin parar.

Se turnaban para patear la pelota y se ayudaban mutuamente cuando alguna de ellas fallaba un gol o perdía la pelota. De repente, un grupo de niños se acercó a ellas y les preguntaron si querían jugar con ellos.

Alma y Lupe aceptaron encantadas y empezaron a jugar todos juntos. A pesar de que los niños eran mayores que ellas, las dos hermanas no se intimidaron y demostraron sus habilidades en el campo.

El partido estaba muy parejo hasta que uno de los niños hizo una falta fuerte contra Alma. La pequeña cayó al suelo llorando del dolor mientras los demás jugadores discutían sobre quién había sido el culpable. Lupe corrió hacia su hermana para consolarla y asegurarse de que estaba bien.

Luego, se acercó al niño responsable de la falta y le explicó con calma lo que había pasado. - No importa quién tenga la culpa - dijo Lupe -. Lo importante es que mi hermana está bien ahora.

¿Por qué no seguimos jugando como amigos? Los demás niños asintieron con la cabeza y continuaron jugando pacíficamente.

Alma y Lupe aprendieron una valiosa lección ese día: que el trabajo en equipo, la amistad y la empatía son más importantes que ganar o perder. Desde entonces, las dos hermanas se convirtieron en las líderes del grupo de amigos del parque y siempre jugaban juntos con alegría y respeto hacia los demás.

Y así fue como Alma y Lupe demostraron que no hace falta ser el mejor para disfrutar del juego, sino tener un buen corazón.

FIN.

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