La Copa de la Amistad
Había una vez un pequeño pueblo donde vivía un niño llamado Leo. Leo era un niño muy soñador, le gustaba imaginar aventuras y jugar con sus amigos en el parque. Sin embargo, un día llegó una nube oscura al pueblo: su mejor amigo, Timo, se mudó a otra ciudad y Leo se sintió muy solo.
Un día, mientras Leo caminaba por el mercado, encontró una copa brillante en el suelo. Era de un hermoso color dorado y parecía tener un brillo especial. Leo la recogió y la sostuvo en su mano, admirándola.
"¿Qué hacés con esa copa, Leo?" - le preguntó su amiga Sofía, quien siempre había estado a su lado.
"La encontré y creo que tiene poderes mágicos. ¿Te imaginas qué aventuras podríamos vivir juntos?" - dijo Leo, con una sonrisa esperanzadora.
Sofía sonrió.
"¡Vamos a probar!" - exclamó.
Así, Leo y Sofía comenzaron a girar la copa, y de repente, se encontraron en un bosque lleno de colores brillantes y criaturas fantásticas. Había árboles con hojas de arcoíris y flores que cantaban.
"¡Mirá!" - dijo Leo, sorprendido. "Esto es increíble, ¡es como un sueño!"
"Sí, pero creo que debemos usarlas para ayudar a otros y no solo para divertirnos" - sugirió Sofía.
De repente, escucharon un llanto. Al acercarse, encontraron a un pequeño pájaro que había caído de su nido. Leo se sintió triste por el pájaro.
"Pobrecito, no sabe cómo volver a su hogar" - comentó.
-Sofía asintió.
"Tal vez podamos ayudarlo. ¿Qué te parece?" -
"¡Sí!" - respondió Leo decidido.
Mientras giraban la copa, esta los llevó a una aventura en la que conocieron a otros animales que también necesitaban ayuda. Había una tortuga que no podía cruzar un arroyo, un conejo que había perdido su lugar donde vivir, y un zorro triste porque no tenía amigos.
Con cada nueva amistad, Leo empezó a comprender que la verdadera magia de la copa no solo se trataba de diversión, sino también de ayudar a otros.
"Si nos unimos, podemos ayudar a todos juntos" - dijo Sofía optimista.
"Tenés razón, la amistad hace que todo sea más fácil" - afirmó Leo.
Después de muchos esfuerzos, lograron ayudar a todos los animales del bosque. Al final del día, se despidieron de sus nuevos amigos.
"Siempre podrán contar con nosotros" - prometió Sofía.
"¡Volveremos!" - añadió Leo con una sonrisa.
Cada vez que giraban la copa, recordaban las enseñanzas: la amistad, la solidaridad y que no estaban solos.
Al regresar a casa, Leo comprendió que aunque Timo se había mudado, siempre podría hacer nuevos amigos y que la amistad era el regalo más grande de todos.
"La copa me ha enseñado que la soledad se puede llenar con amor y ayuda a los demás" - reflexionó Leo mientras colocaba la copa en un lugar especial.
Esos días, Leo comenzó a hacer nuevas amistades en el colegio, invitaba a sus compañeros a jugar y nunca se olvidaba de Timo. Sabía que aunque estaba lejos, su amistad era fuerte.
Y así, Leo vivió feliz, siempre dispuesto a ayudar a los demás, porque aprendió que la magia verdadera estaba en el cariño y la compañía que se comparte.
FIN.