La costurera solidaria
En un pueblo muy lejano, vivían las costureras con gran empeño. Con agujas y hilos de colores, cosían ropitas para los pequeñitos amores. Entre telas suaves y estampadas, creaban prendas tan delicadas.
Para niños de cinco añitos, con cariño y dedicación infinitos. Cada puntada era un suspiro, cada dobladillo un susurro al oído. Las costureras trabajaban sin descanso, para vestir a cada niño con encanto.
Un día llegó a la puerta una sorpresa, un niño llamado Juan sin ninguna pieza. Sin abrigo para el frío invierno, las costureras sintieron su corazón tierno. "¡Vamos a hacerle un traje especial! -dijo Rosa emocionada-.
Con retazos de tela colorida y bien combinada. " Juan miraba con ojos brillantes, mientras ellas cosían instantes tras instantes.
Al final quedó listo el atuendo ideal, hecho con amor en cada detalle sin igual. El niño se probó la ropa nueva contento, agradecido con un gesto lento. Las costureras sonrieron satisfechas, al verlo correr por la plaza hecho una flecha. Desde ese día decidieron, que ningún niño quedaría desprovisto.
Así que cosieron y cosieron sin parar, haciendo felices a más niños en el lugar. Y así termina esta historia bonita, de costureras bondadosas y su labor infinita. Recordándonos que con esfuerzo y pasión, podemos alegrar cualquier corazón.
FIN.