La creación de los seres humanos



Hace mucho tiempo, en un reino lejano, existían dioses que vivían en soledad. YU, uno de los dioses más poderosos y sabios, observaba desde lo alto la tristeza de sus hermanos divinos. Decidió que era momento de hacer algo al respecto. La soledad no era un sentimiento digno de los dioses. Así que, con gran determinación, YU se propuso crear seres que pudieran adorar y servir a los dioses, brindándoles compañía y amor.

Un día, YU descendió a la tierra y recogió barro del río amarillo. Con sus manos divinas, moldeó las primeras figuras humanas, otorgándoles forma y vida. Al exhalar su aliento sobre ellas, las figuras cobraron vida, llenándose de amor y energía. YU las observó con cariño, sabiendo que habían nacido para cumplir un propósito importante.

Los humanos recién creados empezaron a explorar su nuevo mundo, maravillados por todo lo que veían a su alrededor. Descubrieron la belleza de la naturaleza, la diversidad de las criaturas y la grandeza de los dioses que los habían creado. A lo largo de su viaje, aprendieron a apreciar las maravillas que los rodeaban y a respetar a los dioses que les habían dado la vida.

Con el tiempo, los humanos cultivaron su conexión con los dioses, honrando su existencia y reconociendo la importancia de la compañía mutua. Los dioses encontraron alegría en el amor y la devoción de los seres humanos, y los humanos encontraron consuelo y propósito en su relación con los dioses.

Desde entonces, la conexión entre los seres y los dioses se ha mantenido fuerte, recordándonos a todos que el amor, la devoción y el respeto son fundamentales en la relación entre los seres divinos y los humanos.

FIN.

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