La Crema Mágica de la Tortuga
Había una vez en el fondo del océano, una anguila muy especial llamada Érika. Érika no solo era una anguila, sino que también era una increíble bailarina. Todos los peces del arrecife admiraban sus movimientos elegantes y fluidos. Pero había un problemita: cuando Érika se movía con mucha energía, a veces ¡sin querer electrocuta a sus amiguitos!
Un día, después de que un pequeño pez payaso llamado Pablo recibiera un pequeño „zumbido” de Érika, se preocupó mucho por sus amigos. Junto a su mejor amiga, una encantadora pececito de colores llamada Carla, decidió ir a hablar con la tortuga Tita, una sabia anciana del océano que siempre tenía buenas ideas.
"¿Tita, hay alguna forma de protegernos de los zaps de Érika?" - preguntó Pablo.
"Hmm, creo que podría hacer una crema especial para ustedes, pero necesitaríamos un ingrediente muy raro: un pelo de bigote de una foca" - respondió Tita, mientras se ajustaba sus gafas de concha.
Carla y Pablo se miraron y se pusieron muy emocionados.
"¡Vamos a conseguir ese bigote!" - gritaron al unísono.
Juntos, se dirigieron hacia la playa donde las focas solían tomar el sol. Al llegar, encontraron a un grupo de focas juguetonas.
"Hola, focas. Necesitamos un pelo de bigote para hacer una crema que nos proteja de los zaps de Érika. ¿Podrían ayudarnos?" - pidió Carla con una gran sonrisa.
Sin embargo, las focas se miraron entre sí y una de ellas, llamada Susi, se rió suavemente.
"¿Un pelo de bigote? ¿Para qué? No creo que podamos dárselo. Es nuestro secreto más preciado. ¡No se lo digan a nadie!" - exclamó Susi, sonriendo mientras jugueteaba con su pelota de playa.
Los peces estaban un poco desanimados, pero no se dieron por vencidos.
"¿Y si hacemos algo divertido a cambio de su pelo?" - sugirió Pablo.
"¡Sí! Podríamos organizar un gran espectáculo! Así las focas se divertirían y quizás nos den un pelo de bigote" - dijo Carla.
Las focas, intrigadas por la idea, aceptaron audazmente.
"¡Organice un espectáculo y les daremos un pelo!" - dijo Susi, con chispa en sus ojos.
Así que Pablo y Carla comenzaron a preparar el mejor espectáculo que los animales marinos hubieran visto. Todos los pececitos del arrecife se unieron, y hasta Érika -aunque con un poco de miedo por sus zaps- decidió ayudar también.
El día del espectáculo, toda la playa estaba llena de animales curiosos. Había danza, voltajes de Érika (con un poco de cuidado), y sorprendentes acrobacias de los delfines. Las focas, fascinadas por el talento de sus nuevos amigos, soltaron su mejor ovación. Al finalizar, las focas se acercaron a Pablo y Carla.
"¡Fue increíble! Nunca hemos visto algo así. ¡Aquí está el pelo de nuestro bigote como prometimos!" - dijo Susi, mientras les entregaba un suave pelo.
Carla y Pablo agradecieron a las focas, y corrieron con el pelo hacia la tortuga Tita. Con él, Tita preparó la crema mágica que protegía a los peces del zap de Érika.
Cuando todo estuvo listo, Érika, muy ansiosa, se unió a la fiesta.
"¿Y ahora, cómo me siento?" - preguntó.
"Ahora puedes bailar todo lo que quieras, ¡sin zapear a nadie!" - respondieron los peces felices.
A partir de ese día, Érika lanzó el espectáculo más grandioso de todos los tiempos, y los peces estaban siempre listos para bailar a su lado, protegidos por la crema mágica.
Así, gracias a la unión y creatividad de los pequeños peces y su espectáculo, todos aprendieron que a veces un pequeño problema puede llevar a grandes soluciones, siempre que trabajen juntos y se ayuden mutuamente, incluso si eso implica un poco de diversión.
¡Y así, la vida en el océano continuó llena de bailes, risas y aventuras!
FIN.