La criatura imaginaria
Había una vez en un pequeño pueblo llamado San Martín, un grupo de amigos compuesto por Tomás, Sofía, Juan y Lucía. Un día decidieron explorar el bosque que rodeaba su ciudad.
A pesar de que la mayoría de las personas evitaban ese lugar debido a los rumores sobre criaturas extrañas y peligrosas, estos amigos no tenían miedo. Al principio todo parecía normal, pero pronto se dieron cuenta de que algo extraño estaba sucediendo.
Escucharon ruidos inquietantes y vieron sombras moviéndose entre los árboles. De repente, escucharon un grito desgarrador que los dejó helados. "¿Qué fue eso?" preguntó Juan con voz temblorosa. "No lo sé", respondió Tomás intentando mantener la calma.
"Deberíamos irnos", dijo Sofía mirando hacia atrás nerviosamente. Pero antes de poder moverse, apareció una criatura enorme con afilados colmillos y garras largas como cuchillos. Los amigos gritaron asustados mientras corrían por sus vidas.
La criatura los persiguió sin piedad hasta que finalmente lograron perderla de vista. Cuando llegaron a casa estaban temblando y asustados por lo que habían visto. Decidieron no contarle nada a nadie para evitar asustar a otras personas del pueblo con sus historias escalofriantes.
Sin embargo, después de esa experiencia traumática empezaron a notar cambios extraños en ellos mismos: pesadillas recurrentes, ansiedad constante e incluso paranoia. Sabían que debían hacer algo para superar el miedo y evitar que los persiguiera para siempre.
Un día, mientras estaban en la biblioteca del pueblo buscando información sobre la criatura que habían visto, encontraron un libro antiguo que hablaba de una planta mágica capaz de curar cualquier temor. Decidieron buscarla y probar suerte.
Después de recorrer todo el bosque encontraron la planta y prepararon una infusión con ella. Al beberla, sintieron cómo su miedo desaparecía poco a poco. Se dieron cuenta de que debían enfrentar sus temores juntos para poder superarlos.
Con esa nueva confianza en sí mismos, regresaron al bosque una vez más. Esta vez no tuvieron miedo porque sabían que podían enfrentar cualquier cosa juntos. Y así fue como descubrieron que la criatura no era más que un animal inofensivo asustado por ellos.
"¡Miren! ¡Es solo un ciervo!", exclamó Lucía emocionada. Los amigos se rieron aliviados por haber superado su miedo y haberse dado cuenta de que las cosas no siempre son lo que parecen.
A partir de ese momento, hicieron muchas más aventuras en el bosque sin tener miedo gracias a la amistad y su valentía para enfrentarse a sus temores juntos.
FIN.