La cueva de la amistad


Había una vez en un lejano país, un simpático caballito llamado Coreano que vivía en un hermoso prado junto a sus amigos: el guayaquileño, el costeño y el librote.

Coreano era muy curioso y siempre estaba buscando nuevas aventuras para divertirse con sus amigos. Un día, mientras paseaban por el bosque, se encontraron con una misteriosa cueva. El guayaquileño, siendo el más valiente del grupo, propuso entrar a explorarla.

Los demás estaban emocionados pero también un poco asustados. Al adentrarse en la cueva, descubrieron un laberinto lleno de pasadizos oscuros y peligrosos. De repente, escucharon unos ruidos extraños que los hicieron temblar de miedo. Era una criatura enorme y feroz que los perseguía.

"¡Corran amigos, debemos salir de aquí lo antes posible!" -gritó Coreano mientras corrían desesperadamente por los pasillos del laberinto.

El guayaquileño usó su astucia para encontrar la salida mientras el costeño daba ánimos al grupo y el librote les leía historias para distraerlos del peligro que los acechaba. Finalmente lograron escapar de la cueva sãos y salvos. Estaban exhaustos pero felices de haber superado juntos aquel desafío tan grande.

"¡Gracias por ser tan valientes y no abandonarme nunca! Juntos somos invencibles" dijo Coreano abrazando a sus amigos. Desde ese día, Coreano, Guayaquileño, Costeño y Librote se convirtieron en inseparables compañeros de aventuras.

Aprendieron que la verdadera amistad es aquella que te acompaña en los momentos difíciles y te ayuda a superar cualquier obstáculo que se presente en tu camino. Y así, entre risas y abrazos, siguieron explorando nuevos lugares y viviendo emocionantes experiencias juntos, fortaleciendo cada vez más su amistad inquebrantable.

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