La Cueva de los Sueños
Una mañana, el hombre decidió adentrarse en la cueva tenebrosa que había evitado durante tanto tiempo. El aire frío lo envolvía como un sudario mientras cruzaba el umbral, sus instintos gritándole que se detuviera. Pero había algo más: una sensación densa y oscura lo atraía, como si la misma cueva le hablara.
Mientras caminaba por el túnel oscuro, comenzó a escuchar un suave murmullo, como un canto lejano. Con cada paso, la luz parecía fluir desde el fondo, iluminando su camino. De repente, se encontró en una gran caverna llena de estalactitas que brillaban al compás del canto.
"¡Hola!" - exclamó, sorprendido.
Una pequeña criatura apareció frente a él, era un simpático duende con una gran gorra verde.
"¡Hola, viajero! Soy Duni, el guardián de esta cueva. Has tenido el valor de venir hasta aquí, y eso es algo muy especial." - dijo el duende, sonriendo.
"Pero, ¿qué es este lugar?" - preguntó el hombre, intrigado.
"Esta es la Cueva de los Sueños. Aquí se guardan los sueños de todos aquellos que osan entrar. Pero debes saber, no todos los sueños son dulces. Hay también miedos y pesadillas, así que ten cuidado." - advirtió Duni.
Emocionado y algo asustado, el hombre decidió explorar. Caminó más adentro y pronto encontró una colección de orbes brillantes que flotaban en el aire. Cada uno representaba un sueño o un miedo.
"¡Mirá!" - dijo Duni, mostrando un orbe azul claro. "Este es el sueño de un niño que quería volar. ¿Te gustaría verlo?"
El hombre asintió. Duni tocó el orbe, y en un instante, se sumergieron en la visión. Vieron al niño flotando sobre un hermoso campo lleno de flores, riendo y disfrutando del aire fresco.
"¡Es hermoso!" - exclamó el hombre.
Pero, pronto, se sintió atraído por otro orbe, uno oscuro y retorcido.
"No deberías mirar ese..." - murmuró Duni, pero era demasiado tarde. El hombre tocó el orbe y fue envuelto en sombras.
Se encontró en una habitación oscura, llena de monstruos y ruidos. El miedo lo invadió.
"¡Ayuda!" - gritó, sintiéndose pequeño y vulnerable.
De repente, aparecieron luces brillantes alrededor de él, y las sombras comenzaron a desvanecerse. Duni llegó a su lado.
"Recuerda, los miedos son como nubes: pasan y se desvanecen. No permitas que te atrapen. Visualizá la luz y el amor."
Con esas palabras, el hombre cerró los ojos y se concentró en el orbe azul claro que había visto antes. Fue como encender una lámpara en la oscuridad. La luz llenó la habitación, y los monstruos se desvanecieron, dejando solo paz.
"¡Lo logré!" - dijo el hombre, respirando aliviado.
"Así es, este fue un gran aprendizaje. Nunca dejes que el miedo te detenga. Puedes ser más valiente de lo que crees." - le sonrió Duni.
Al salir de la cueva, el hombre sintió que había cambiado. Se dio cuenta de que la cueva no solo contenía sueños y miedos, sino también lecciones valiosas sobre valentía y superación.
"Gracias, Duni. Regresaré pronto para aprender más." - prometió el hombre, mientras el duende le restregaba la cabeza, feliz de haber ayudado a un nuevo amigo.
FIN.