La cueva misteriosa


. Los nombres de los niños eran Tomás, Sofía y Juan. Estaban emocionados por pasar la noche juntos y hacer cosas divertidas como jugar a las cartas, ver películas, comer palomitas de maíz y contar historias de terror.

"¡Qué emoción! ¡Esta va a ser la mejor pijamada nunca!" - dijo Sofía mientras saltaba en la cama. "Sí, pero primero debemos poner nuestras reglas", agregó Tomás con una sonrisa en su rostro.

Los tres niños se sentaron en el suelo para discutir las reglas que deben seguir durante la noche. Decidieron que no deberían hacer demasiado ruido para no molestar a los vecinos, no pelearse entre ellos y siempre preguntar antes de tomar algo prestado.

Después de establecer las reglas, comenzaron a jugar un juego de cartas llamado —"UNO" . Fue muy divertido hasta que Juan ganó varias veces seguidas. Los otros dos comenzaron a sospechar que estaba haciendo trampa.

"Juan, ¿estás haciendo trampa?" - preguntó Sofía con una ceja levantada. "¡No! ¡Yo simplemente tengo mucha suerte!" - respondió Juan con una risita nerviosa. Decidieron dejar el juego por un tiempo y ver una película.

Eligieron una película animada sobre un grupo de amigos aventureros que viajaban alrededor del mundo en busca de tesoros ocultos. La película estaba llena de acción e intriga, lo cual mantuvo a los tres niños pegados a sus asientos hasta el final.

Después de la película decidieron hacer algo más emocionante: salir al patio trasero para explorar. La luz de la luna llena iluminaba el jardín y les daba una sensación mágica.

"¡Miren! ¡Hay un árbol gigante allí!" - exclamó Juan señalando hacia el final del patio trasero. "¡Vamos a investigar!" - dijo Tomás con entusiasmo. Los tres niños corrieron hacia el árbol para explorarlo. Descubrieron que había una pequeña puerta en la base del tronco.

Abrieron la puerta y encontraron una escalera que conducía a un túnel subterráneo. "¿Deberíamos entrar?" - preguntó Sofía con cierto temor en su voz.

"Por supuesto, ¿qué podría salir mal?" respondió Juan, intentando mantener su voz firme. Los tres niños entraron al túnel oscuro, guiados por las luces de sus teléfonos celulares. Descubrieron que el túnel llevaba a una cueva subterránea llena de cristales brillantes y estalactitas colgantes.

Era impresionante y mágico al mismo tiempo. Pero pronto se dieron cuenta de que habían perdido su camino dentro de la cueva. No podían encontrar la salida y comenzaron a entrar en pánico.

"¡No podemos estar atrapados aquí para siempre!" - gritó Sofía con lágrimas en los ojos. "Tranquilos chicos", dijo Tomás tratando de mantenerse positivo, "debemos buscar pistas sobre cómo salir". Comenzaron a buscar pistas mirando cada rincón de la cueva hasta que encontraron una pequeña corriente debajo del suelo.

Decidieron seguirla y, finalmente, encontraron la salida. Cuando llegaron a casa, los tres niños se abrazaron y prometieron nunca aventurarse en un lugar peligroso sin tener un plan primero.

Se dieron cuenta de que trabajar juntos era mucho más efectivo que cada uno por su cuenta. "Esta fue una pijamada increíble", dijo Juan con una sonrisa en su rostro. "Sí, pero la próxima vez podemos hacer algo menos arriesgado", respondió Sofía con una risita nerviosa.

Los tres niños aprendieron una valiosa lección esa noche: la importancia de trabajar juntos, seguir las reglas y pensar antes de actuar.

Y aunque se metieron en problemas esa noche, nunca olvidarán su emocionante aventura subterránea bajo la luz de la luna llena.

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