La cueva silenciosa


Había una vez una familia muy ruidosa y gritona. Los padres siempre discutían a los gritos, los hijos peleaban constantemente y hasta el perro ladraba fuerte todo el tiempo.

Un día, un vecino llamado Don Carlos se acercó a la puerta de la casa para pedirles que bajaran el volumen de sus voces. Pero nadie le abrió y siguió escuchando los gritos desde afuera.

De repente, se dio cuenta de algo extraño: las paredes de la casa estaban temblando como si fueran a caerse. Se asustó mucho y decidió llamar a la policía. Cuando llegaron los agentes, también escucharon los gritos desde afuera. Decidieron entrar en la casa para ver qué estaba pasando.

Al abrir la puerta, encontraron una gran sorpresa: ¡la casa estaba completamente vacía! Solo había un pequeño cartelito que decía: "Nos fuimos a dar un paseo". Los policías quedaron confundidos y pensaron que era alguna clase de broma macabra.

Pero luego recordaron lo que les había dicho Don Carlos sobre las paredes temblorosas y decidieron investigar más.

Después de revisar cuidadosamente cada rincón de la casa, encontraron algo increíble: ¡un agujero gigante debajo del suelo! Decidieron bajar por él con mucha precaución y descubrieron que toda la familia estaba escondida allí abajo. Estaban todos apiñados en una pequeña cueva subterránea sin poder moverse demasiado. "¿Por qué están aquí?", preguntó uno de los oficiales sorprendido.

La madre de la familia explicó que estaban hartos de los gritos y las peleas, así que decidieron esconderse para evitarlos. Pero al final se dieron cuenta de que habían cometido un error muy grave.

Los policías les dijeron que lo mejor era hablar abiertamente sobre sus problemas en vez de ignorarlos o huir. Les ofrecieron ayuda profesional y les prometieron acompañarles en el proceso. La familia aceptó la ayuda y poco a poco empezaron a comunicarse mejor entre ellos.

Aprendieron a expresar sus sentimientos sin necesidad de gritar o pelear. Con el tiempo, la casa dejó de temblar y los vecinos notaron un cambio radical en el comportamiento de la familia. Ahora eran más amables, respetuosos y felices.

Desde entonces, se convirtieron en un ejemplo para todos los demás habitantes del barrio. Y Don Carlos pudo dormir tranquilo por las noches sin tener que soportar más gritos insoportables.

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