La cura de Mia
Había una vez un pequeño pueblo llamado Residencia, en el que vivían muchos animales de diferentes especies. Todos ellos eran muy felices y vivían en completa libertad.
Pero un día, llegó a sus tierras la somnolencia, una extraña enfermedad que afectaba a todos los habitantes del pueblo. Los animales se sentían cansados todo el tiempo y no podían hacer las cosas que antes disfrutaban.
La alegría había desaparecido de sus vidas y comenzaron a pelearse entre ellos por cualquier cosa. La situación empeoró cuando llegó la estridencia, un ruido ensordecedor que no dejaba dormir a nadie y aumentaba aún más la irritabilidad de los animales. Fue entonces cuando estalló la guerra en Residencia.
Los animales se dividieron en dos grupos: los que querían encontrar una cura para la somnolencia y los que preferían seguir peleando por su territorio. Entre estos últimos se encontraban el león y el tigre, quienes lideraban al grupo con puño firme.
Ellos creían que la fuerza era lo único importante para proteger su hogar. Pero entre los primeros estaba una pequeña abeja llamada Mia, quien creía firmemente en la importancia de trabajar juntos para encontrar soluciones pacíficas.
"¡Debemos buscar una cura para esta enfermedad! -exclamaba Mia- Si seguimos peleando así nunca podremos recuperar nuestra felicidad".
El resto de los animales no parecía escucharla hasta que un día, mientras buscaban comida fuera del pueblo, encontraron unas plantas medicinales capaces de curar la somnolencia. "¡Lo logramos! -gritó Mia emocionada- Ahora tenemos la cura para nuestra enfermedad y podemos recuperar nuestra alegría". Pero cuando regresaron a Residencia, se encontraron con que el león y el tigre seguían peleando por el territorio.
La pequeña abeja no se rindió y decidió hablar con ellos. "Chicos, ya encontramos la cura para la somnolencia. No necesitamos seguir peleando, podemos vivir en paz y armonía".
Al principio los líderes del grupo contrario no querían escucharla, pero poco a poco fueron cediendo hasta que finalmente aceptaron unirse al resto de los animales en la búsqueda de una solución pacífica. Con esfuerzo y trabajo en equipo, lograron construir nuevas casas y repartir equitativamente el territorio.
La estridencia desapareció gracias a las medidas tomadas por todos juntos. Finalmente, Residencia volvió a ser un lugar feliz donde todos los animales vivían en libertad y armonía.
Y cada vez que recordaban aquellos tiempos difíciles, recordaban también cómo trabajando juntos pudieron superar cualquier obstáculo.
FIN.