La cura mágica de Desiré
Había una vez, en un pequeño pueblo de Argentina, dos hermanitas llamadas Desiré y Émine. Eran inseparables y siempre disfrutaban jugar juntas, especialmente durante la época navideña.
Les encantaba decorar el árbol de Navidad, hacer galletas con forma de renos y cantar villancicos alegremente. Pero un día, Émine se enfermó repentinamente. Tenía fiebre alta y no podía levantarse de la cama.
Desiré estaba muy preocupada por su hermanita y no sabía qué hacer para que se sintiera mejor. Entonces, recordó que pronto sería Navidad y decidió pedirle ayuda a Papá Noel. Desiré escribió una carta detallando la situación de Émine y le explicó a Papá Noel cuánto extrañaba jugar con su hermana en Navidad.
La puso en un sobre rojo brillante y la envió al Polo Norte con mucha esperanza. Los días pasaron rápidamente y finalmente llegó Nochebuena.
Desiré estaba ansiosa por abrir los regalos bajo el árbol junto a Émine, pero aún estaba preocupada por su salud. De repente, escucharon un ruido proveniente del techo: ¡era el trineo mágico de Papá Noel! Papá Noel descendió por la chimenea con una sonrisa cálida en su rostro arrugado.
Miró directamente a Desiré y dijo: "Escuché tu pedido especial para curar a tu hermanita". Con un gesto mágico de su mano, sacó una botella dorada del bolsillo de su abrigo y se la entregó a Desiré.
Desiré abrió la botella con cuidado y vio que dentro había un líquido brillante. Papá Noel le explicó: "Este es el poder del espíritu navideño. Si Émine toma una cucharadita de este líquido todos los días, se sentirá mejor".
Desiré siguió las instrucciones al pie de la letra y comenzó a darle a su hermanita el líquido mágico cada mañana. Poco a poco, la fiebre de Émine comenzó a disminuir y su energía volvió. Finalmente, llegó el día de Navidad.
Desiré estaba emocionada porque sabía que finalmente podrían jugar juntas como solían hacerlo. Corrió hacia la habitación de Émine con una sonrisa radiante en su rostro. "¡Hermanita! ¡Estás mejor!" exclamó Desiré emocionada.
Émine asintió débilmente pero con una sonrisa en su rostro también. Ambas se abrazaron fuertemente y sintieron cómo el amor fraternal las envolvía como un regalo especial de la Navidad.
Jugaron todo el día, construyeron castillos de nieve, hicieron muñecos de nieve y patinaron en el lago helado cerca de su casa. Fue uno de los mejores días que habían tenido juntas. Desde ese momento, Desiré aprendió lo importante que es pedir ayuda cuando alguien está enfermo o necesita apoyo.
Aprendió sobre la importancia del amor familiar y cómo puede curar cualquier cosa, incluso cuando Papá Noel no puede traer exactamente lo que solicitamos en nuestras cartas.
Desiré y Émine siguieron siendo las mejores amigas y nunca dejaron de celebrar la Navidad con alegría y gratitud en sus corazones. Sabían que el verdadero espíritu navideño no solo se encuentra en los regalos, sino también en el amor, la compasión y la unión familiar.
Y eso es algo que siempre recordarían, año tras año, durante todas las navidades de sus vidas.
FIN.