La danza de la ciencia



Había una vez una pequeña niña llamada Irina, a quien le encantaba bailar y aprender sobre el planeta Tierra.

Un día, mientras jugaba en el jardín de su abuelo Pedro, encontró un trozo de roca que parecía diferente a todas las demás. - ¿Qué es esto? -preguntó Irina al abuelo Pedro. - Eso es un pedazo de la corteza terrestre -respondió él-. La Tierra está compuesta por varias capas diferentes. Irina estaba fascinada.

Quería saber más sobre las capas de la Tierra y cómo se formaron. Así que decidió convertirse en científica para investigar todo lo relacionado con nuestro planeta. Mientras tanto, su mamá Vanessa y su papá Jonathan estaban preocupados porque Irina no comía bien.

Intentaron darle diferentes alimentos, pero ella siempre prefería los fideos rosados que tanto le gustaban. Un día, la tía Claudia visitó a la familia y les enseñó cómo preparar fideos saludables con vegetales frescos.

Irina probó los nuevos fideos y descubrió que eran igual de deliciosos que los rosados. - ¡Están muy ricos! -dijo Irina emocionada-. Ahora puedo comer algo rico y sano al mismo tiempo. Mientras tanto, Irina seguía investigando sobre las capas de la Tierra.

Descubrió cosas increíbles como los movimientos tectónicos o cómo se formaron las montañas. Pero también aprendió acerca del cambio climático y cómo podemos ayudar a proteger nuestro planeta.

Un día, durante una presentación escolar sobre el medio ambiente, Irina compartió todo lo que había aprendido sobre la Tierra. Sus compañeros de clase quedaron impresionados y aplaudieron emocionados. - ¡Eres una científica increíble! -dijo su mejor amiga Ana. Irina se sintió muy orgullosa de sí misma.

Había descubierto su pasión por la ciencia y estaba ayudando a crear conciencia sobre el cuidado del planeta. Desde ese día, Irina siguió bailando y comiendo sus fideos saludables mientras continuaba investigando para aprender más sobre nuestro hogar: el planeta Tierra.

FIN.

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