La danza de las hadas



Érase una vez en un pequeño pueblo, una niña llamada Clara. Era curiosa y aventurera, siempre explorando los alrededores de su hogar. Un día, decidió adentrarse en el misterioso bosque que quedaba cerca de su casa. Pero mientras más caminaba, más se perdía.

Después de tomar varios senderos, Clara se encontró frente a una encantadora choza de madera, decorada con flores de todos los colores. Al acercarse, escuchó risas y melodías suaves que venían de adentro.

"¿Hola? ¿Hay alguien ahí?" - preguntó Clara, un poco nerviosa.

De repente, la puerta se abrió y salieron volando varias hadas, cada una con vestidos de tonos brillantes que chisporroteaban a la luz del sol.

"¡Bienvenida!" - gritaron las hadas al unísono, sonriendo.

Clara se emocionó. "¿Podéis enseñarme a volar como vosotros?" - preguntó con los ojos llenos de asombro.

"Claro que sí, pero primero, ven a jugar con nosotras" - dijo una de las hadas, llamada Lila.

Las hadas llevaron a Clara dentro de la choza, donde había un montón de vestidos mágicos. Había vestidos que cambiaban de color, otros que brillaban en la oscuridad y algunos que parecían hechos de suaves nubes.

Clara eligió un vestido azul que hacía que su cabello ondeara como el viento. Las hadas comenzaron a girar en su alrededor, lanzando polvo de estrellas que iluminaba el aire.

Mientras jugaban, Clara se dio cuenta de que no podía olvidar que aún estaba perdida. "¿Alguna vez podré volver a casa?" - preguntó, un poco preocupada.

Las hadas se miraron entre sí y Lila le respondió. "No te preocupes, Clara. Ven, déjanos mostrarte el camino. Pero primero, tendrás que ayudar a las flores a crecer con tu alegría. Luego podrás volar con nosotros como lo soñaste."

Intrigada, Clara accedió, y juntas comenzaron a danzar, riendo y jugando en medio del bosque. Clara se llenó de alegría y energía, y, a medida que lo hacía, las flores alrededor empezaron a florecer con colores vibrantes.

"¡Mirá! Las flores están felices gracias a vos, Clara!" - exclamó otra hada, llamada Dorita.

Clara sonreía, viendo cómo la naturaleza respondía a su felicidad. Sin embargo, hubo un momento de duda. "¿Y si no puedo volver a casa?" - murmuró Clara.

Las hadas apagaron su risa un instante para rodearla con una brisa suave. "Siempre encontrarás el camino de regreso si llevas en tu corazón la alegría y aprendes a confiar en ti misma."

Entonces, Lila tomó la mano de Clara y dijo:

"Ahora, cerra los ojos y piensa en tu hogar. Aferrate a esa sensación."

Clara hizo como le dijeron, no solo pensó en su casa, sino también en todo lo que había aprendido con las hadas. De pronto, sintió un ligero cosquilleo en su estómago.

Cuando abrió los ojos, se encontraba de nuevo en el bosque, justo al borde de su pueblo. "¡Lo hice!", gritó con alegría. Se dio vuelta para despedirse de las hadas, pero ya no estaban allí. En su lugar, una hermosa flor azul brillaba en la hierba, un regalo de las hadas.

Desde entonces, Clara nunca olvidó aquella mágica experiencia. Contó a todos sobre sus aventuras en el bosque y cómo, gracias a las hadas, había aprendido a creer en sí misma. Cada vez que miraba la flor en su jardín, sonreía, recordando que la felicidad puede traernos de vuelta a casa, sin importar lo lejos que estemos.

Y así, la niña que una vez se perdió, siempre voló con los sueños en su corazón, sabiendo que la alegría la haría encontrar su camino.

FIN.

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