La danza protectora



Había una vez, en un pequeño pueblo llamado Ñemby, una niña llamada Rocío. Rocío era una nativa guaraní que vivía cerca de un hermoso y cristalino arroyo.

Desde muy pequeña, siempre se encontraba rodeada de animales silvestres con los que compartía su hogar. Un día, mientras Rocío disfrutaba de la tranquilidad del arroyo, escuchó unos ruidos extraños provenientes del pueblo.

Al acercarse para ver qué sucedía, descubrió que unos cazadores habían llegado y estaban planeando cazar a los animales que tanto amaba. Rocío sabía que tenía que hacer algo para proteger a sus amigos animals y emplumados. Recordó las historias de sus ancestros sobre el poder de la danza guaraní y decidió ponerlo en práctica.

Con valentía y determinación, Rocío comenzó a danzar al ritmo del viento. Sus pasos eran fluidos como el agua del arroyo y sus movimientos llenos de gracia como las alas de los pájaros.

Los cazadores quedaron hipnotizados por su baile mágico. "-¡Miren! ¡Es una nativa guaraní! ¡Debemos atraparla!", exclamó uno de los cazadores. Pero cada vez que intentaban acercarse a Rocío, ella cambiaba su ritmo y dirección con habilidad sobrenatural.

Los cazadores no podían apartar la vista de ella ni un solo segundo. Pasaron horas enteras en esa danza sin fin hasta que finalmente se hizo evidente: Rocío había logrado distraer por completo a los cazadores.

El pueblo entero se había unido a su causa, y los animales silvestres aprovecharon la oportunidad para escapar hacia la seguridad de la selva. Los cazadores, agotados y desorientados, decidieron abandonar su cruel misión. Nunca más volverían a intentar cazar en aquel lugar.

Rocío fue aclamada como una heroína por todos en el pueblo. Su valentía y habilidades de danza habían salvado a los animales que tanto amaba.

Desde ese día, Rocío decidió enseñar a otros niños guaraníes el poder de la danza como una forma pacífica de proteger a los seres vivos. Con el tiempo, Ñemby se convirtió en un lugar donde los animales silvestres eran respetados y cuidados.

Rocío se convirtió en una reconocida maestra de danza guaraní y siguió transmitiendo su conocimiento y amor por la naturaleza a las futuras generaciones. Y así, gracias al coraje y determinación de Rocío, el arroyo volvió a ser un hogar seguro para todos los animales que lo habitaban.

La historia de Rocío nos recuerda que todos podemos hacer algo para proteger nuestro entorno natural y vivir en armonía con todas las criaturas que comparten este hermoso planeta con nosotros.

FIN.

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