La decisión de María


Maria era una niña muy alegre y divertida. Le encantaba pasar tiempo al aire libre con su familia, especialmente cuando iban a esquiar juntos.

Cada invierno, esperaba con ansias la llegada de la nieve para poder deslizarse por las montañas. Un día, mientras Maria estaba en el colegio, escuchó a sus compañeros hablar emocionados sobre un nuevo parque de diversiones que habían abierto cerca de su ciudad.

Todos estaban muy entusiasmados y no dejaban de comentar sobre las atracciones increíbles que tenía. Maria se sintió tentada por la idea de ir al parque de diversiones, pero también sabía que eso significaría perderse un fin de semana en la montaña con su familia.

Pensó mucho al respecto y finalmente decidió hablar con sus padres. Esa noche, durante la cena, Maria compartió sus pensamientos con su familia. Les contó lo emocionante que sonaba el nuevo parque de diversiones y cómo todos sus amigos estaban planeando ir.

Pero también les dijo cuánto le gustaba esquiar y pasar tiempo juntos como familia. Sus padres escucharon atentamente y luego sonrieron comprensivamente.

Su mamá tomó la palabra: "Maria, entendemos lo emocionante que puede ser ir al parque de diversiones, pero también creemos que es importante valorar nuestras tradiciones familiares". Su papá asintió: "Además, el esquí nos permite disfrutar del aire libre y hacer ejercicio juntos. Es una oportunidad única para fortalecer nuestros vínculos como familia".

Maria reflexionó sobre las palabras de sus padres y se dio cuenta de cuánto significaba para ella pasar tiempo con su familia. Decidió que prefería ir a esquiar y disfrutar de la montaña.

El fin de semana llegó y Maria, junto con sus padres y su hermanito Lucas, se dirigieron a la estación de esquí. El clima era perfecto, con un sol brillante y nieve fresca en las montañas.

Maria estaba emocionada mientras se colocaba los esquís y se preparaba para deslizarse por las pistas. Sentía una sensación de libertad mientras bajaba a toda velocidad, el viento soplando en su rostro. En ese momento, algo inesperado ocurrió.

Mientras Maria descendía por una pista empinada, vio a un pequeño conejito cruzar repentinamente frente a ella. Sin pensarlo dos veces, giró bruscamente para evitar chocar con el animalito. Por desgracia, perdió el equilibrio y cayó al suelo.

Afortunadamente no se lastimó gravemente, pero quedó atrapada en medio de la pendiente sin poder levantarse. Lucas corrió hacia ella preocupado: "¡Maria! ¿Estás bien?" -preguntó angustiado. Maria sonrió débilmente: "Sí, estoy bien Lucas. Solo necesito ayuda para levantarme".

En ese momento apareció un hombre mayor que había observado todo desde lejos. Se acercó rápidamente y extendió su mano hacia Maria: "¿Necesitas ayuda?"Maria asintió agradecida mientras el hombre la ayudaba a ponerse de pie.

Resulta que el hombre era instructor de esquí y ofreció enseñarle algunas técnicas para mejorar su equilibrio y evitar caídas en el futuro. Maria aceptó con entusiasmo y durante los próximos días, pasaron mucho tiempo juntos.

El instructor le enseñó a Maria cómo controlar su velocidad y cómo moverse con gracia por las pistas. Con cada lección, Maria se volvía más segura de sí misma y comenzó a disfrutar aún más del esquí. Su familia la animaba desde la base de la montaña mientras ella descendía con destreza.

Al final de las vacaciones, Maria se dio cuenta de cuánto había aprendido y crecido durante esos días en la montaña. Había descubierto una nueva pasión por el esquí y también había fortalecido los lazos con su familia.

Cuando regresaron a casa, Maria compartió sus experiencias con sus amigos en el colegio. Les contó sobre su encuentro con el conejito, su caída y cómo un instructor amable le ayudó a mejorar sus habilidades en el esquí.

Sus amigos quedaron impresionados e incluso algunos expresaron interés en aprender a esquiar también. Maria les habló sobre lo maravilloso que era pasar tiempo al aire libre y crear recuerdos especiales junto a sus seres queridos.

Desde ese día, Maria siguió practicando el esquí todas las temporadas de invierno. Compartió su pasión con otros niños e invitaba a aquellos que nunca habían probado esta actividad para que se unieran a ella y su familia en la montaña.

Maria aprendió que no hay nada más valioso que estar rodeado de amor y compartir momentos inolvidables junto a las personas que nos importan. Y así, cada invierno, continuaba disfrutando del esquí con una sonrisa en su rostro y el corazón lleno de gratitud.

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