La defensa del jardín



En un hermoso jardín llamado "El Jardín de las Flores Valientes", vivía Marisol, una valiente margarita que destacaba por su coraje y determinación. Marisol siempre estaba dispuesta a ayudar a sus amigas flores en todo lo que necesitaran.

Un día, mientras todas las flores se preparaban para celebrar el 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, llegó una noticia preocupante al jardín: un malvado insecto llamado Don Mosquito amenazaba con invadir y destruir todas las flores del jardín.

Las flores estaban asustadas, pero Marisol decidió que no podían rendirse sin intentarlo primero. "No podemos permitir que Don Mosquito arruine nuestro hogar. Debemos ser valientes y encontrar una solución juntas", dijo Marisol con determinación.

Las demás flores miraron a Marisol con admiración y decidieron seguir su ejemplo. Entre todas idearon un plan para proteger el jardín: cada flor usaría sus habilidades especiales para defenderse del malvado intruso.

La rosa desplegaría sus pétalos afilados como espadas, el girasol aprovecharía su altura para vigilar desde arriba y la violeta esparciría su dulce perfume para confundir al enemigo. Marisol sabía que era hora de poner en práctica su valentía.

Con astucia y trabajo en equipo, lograron engañar a Don Mosquito y hacerlo huir lejos del jardín. Las flores celebraron su victoria con alegría y gratitud hacia Marisol por liderarlas con coraje y determinación. "¡Gracias, Marisol! Eres la flor más valiente que conocemos", exclamaron las demás flores emocionadas.

Marisol sonrió orgullosa pero humilde. Les recordó a todas que juntas eran más fuertes y capaces de superar cualquier desafío si trabajaban en equipo y confiaban en sí mismas.

Desde ese día, en el Jardín de las Flores Valientes se celebraba no solo el 8 de marzo como Día Internacional de la Mujer, sino también la valentía, el compañerismo y la solidaridad entre todos sus habitantes.

Y así, gracias a la valentía de Marisol y sus amigas flores, el jardín siguió siendo un lugar seguro y lleno de amor donde cada flor podía crecer felizmente sabiendo que siempre contarían unas con otras en los momentos difíciles.

FIN.

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