La defensora de la alegría



Había una vez en un lugar muy lejano, en el país de las letras, donde cada letra del abecedario tenía vida propia y personalidad única.

En este maravilloso lugar vivía la letra O, representada por una figura redonda y alegre que siempre llevaba puesta un delantal de cocina. Un día soleado, la letra O decidió preparar su famosa sopa de letras para compartir con sus amigos.

Con una sonrisa radiante en su rostro, la O se puso manos a la obra. Tomó su cuchara grande y revolvía con alegría los ingredientes en la olla humeante.

El aroma delicioso de la sopa llenaba el aire, haciendo que todos los habitantes del país de las letras sintieran un hambre voraz. De repente, se escuchó un ruido extraño proveniente del bosque cercano.

La letra O se asomó para ver qué estaba pasando y vio a la malvada Z tratando de robar las vocales del abecedario para formar palabras feas y desagradables. Sin dudarlo ni un segundo, la valiente O corrió hacia ella. "¡Alto ahí, Z! No permitiré que arruines nuestra armonía con tus palabras desagradables", gritó la letra O con determinación.

"¡Ja ja ja! ¿Qué puedes hacer tú contra mí, pequeña O? Soy más fuerte y astuta que tú", respondió Z con arrogancia. La letra O no se amedrentó y levantó su cuchara grande como si fuera una espada mágica.

Con movimientos ágiles, comenzó a deletrear palabras positivas y poderosas que llenaban el corazón de todos los presentes de energía buena y esperanza. La Z intentaba resistirse al poder de las palabras positivas, pero poco a poco empezaba a debilitarse.

Finalmente, derrotada por el amor y la bondad representados por la letra O, decidió huir despavorida sin mirar atrás.

Todos los habitantes del país de las letras celebraron el triunfo de la valiente O con una gran fiesta donde disfrutaron de su sopa caliente llena de letras sabrosas y nutritivas. Desde ese día en adelante, la letra O fue conocida como "La Guardiana de las Palabras Positivas" y siempre veló por mantener viva la magia del abecedario.

Y colorín colorado este cuento ha terminado, con moraleja incluida: nunca subestimes el poderde las palabras positivas para vencer cualquier adversidad.

FIN.

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