La detective junior
Había una vez una niña llamada Amanda que vivía en un pequeño pueblo rodeado de montañas. Era una niña muy curiosa y siempre se preguntaba cómo funcionaban las cosas.
Un día, mientras caminaba por la calle, vio a un grupo de policías rodeando una casa. "¿Qué está sucediendo aquí?", preguntó Amanda a uno de los oficiales. "Hubo un robo en esta casa anoche", respondió el oficial. "El dueño llegó esta mañana y encontró todo revuelto".
Amanda estaba intrigada. ¿Quién podría haber hecho algo así? Decidió investigar por su cuenta para tratar de encontrar al responsable del crimen. Comenzó interrogando a los vecinos del barrio, pero nadie parecía saber nada al respecto.
Entonces decidió ir a la comisaría para hablar con el jefe de policía. "Hola señor jefe", dijo Amanda con valentía. "Quiero ayudar a resolver el caso del robo".
El jefe de policía sonrió ante la determinación de Amanda y le permitió trabajar junto con ellos en la investigación. Amanda comenzó revisando las huellas dactilares dejadas en la casa durante el robo y comparándolas con las huellas dactilares de todas las personas sospechosas que había en el pueblo.
Finalmente logró identificar al ladrón: era un joven que había estado trabajando como jardinero en la casa hacía unos meses atrás.
La policía atrapó al ladrón gracias a la información proporcionada por Amanda y lo llevaron ante el juez quien lo sentenció a pasar algunos años tras las rejas.
Amanda estaba muy feliz por haber ayudado a resolver el caso del robo y se dio cuenta de que a veces, las respuestas están justo en frente de nosotros, solo necesitamos tener la paciencia para encontrarlas. Desde ese día, Amanda se convirtió en la detective más joven del pueblo y siempre estaba dispuesta a ayudar a los demás.
Su determinación e ingenio inspiraron a otros niños del pueblo a seguir sus pasos y convertirse también en pequeños detectives. Y así, gracias al valor y la curiosidad de Amanda, el pequeño pueblo comenzó a ser un lugar más seguro para todos.
FIN.