La Dinosauria Púrpura y el Mundo Arcoíris



Había una vez, en un pequeño pueblo llamado Colorín, una dinosauria púrpura llamada Dinah. Dinah era especial, no solo porque era una dinosauria, sino porque tenía un gran corazón lleno de amor y una asombrosa habilidad: podía pintar. No solo pintaba cuadros, ¡pintaba todo lo que veía!

Un día, mientras caminaba por el bosque buscando inspiración, Dinah notó que el mundo alrededor estaba algo apagado. Los árboles parecían tristes, las flores no sonreían y el cielo tenía un gris aburrido. Todo se sentía un poco sombrío. Entonces, Dinah decidió que era hora de hacer algo.

"¡Voy a pintar el mundo de arcoíris y llenarlo de amor!" - exclamó Dinah entusiasmada.

Con su pincel mágico, Dinah comenzó a pintar. Primero, tocó un árbol con su pincel y, de inmediato, se convirtió en un árbol de colores brillantes.

"¡Mirá cómo brilla!" - gritó un pajarito que pasaba volando. "¡Colorín se ve genial!"

Dinah siguió pintando. Las flores comenzaron a florecer en tonos vibrantes y el cielo se llenó de nubes de algodón de azúcar. Todos los animales del bosque se acercaron curiosos, maravillados por la transformación.

Mientras pintaba, Dinah notó que algunas criaturas no estaban tan felices como las demás.

"¿Por qué están tan tristes, señores conejos?" - preguntó.

"Nosotros sentimos que no pertenecemos a este mundo tan colorido, que no sabemos si podemos ser parte de él." - respondieron los conejos con un suspiro.

Dinah pensó por un momento y decidió que era importante incluir a todos en su obra. Así que les dijo:

"¿Quieren ayuda para pintarse? ¡El arcoíris es para todos!"

Los conejos dudaron, pero finalmente, aceptaron. Dinah les pintó en sus pelajes suaves colores brillantes y, de un momento a otro, esos conejos comenzaron a reír y a saltar de alegría.

"¡Mirá cómo brillamos!" - dijeron sonrientes.

Emocionada, Dinah siguió pintando a más animales. Pintó a los patos en el estanque, a las ranas en la charca, y hasta a los ciervos en el bosque. Cada uno adquirió colores únicos que representaban su personalidad. El pueblo de Colorín estaba lleno de color, y la felicidad reinaba en cada rincón.

Sin embargo, Dinah se dio cuenta que en el centro del pueblo había un gran muro gris, viejo y desgastado.

"Este muro también necesita amor y color" - murmuró. Así que, con una sonrisa, comenzó a pintarlo de un vibrante arcoíris.

Pero a medida que empezaba, un hombre, el alcalde del pueblo, apareció furioso.

"¡Detente, dinosauria! Eso no es lo que necesitamos. La gente viene a Colorín buscando un lugar tranquilo, no un lugar lleno de colores!"

Dinah se detuvo asustada.

"Pero señor alcalde, el color trae alegría. Podemos hacerlo juntos, no tiene que ser solo un lugar tranquilo, también puede ser divertido!" - insistió Dinah con una sonrisa esperanzada.

El alcalde se sintió confundido. Nunca había pensado en el color de esa manera. Con un suspiro, decidió observar lo que sucedía. Mientras Dinah pintaba, los vecinos comenzaron a salir de sus casas, maravillados por la transformación. Empezaron a reír y a bailar al compás de la música que surgía de la alegría que la dinosauria había traído.

"Mirá cómo se divierten!" - dijo una anciana. "¡Nunca había visto a la ciudad tan viva!"

El alcalde vio a los niños jugando y a los adultos riendo, y se dio cuenta de que Dinah tenía razón. El color no solo traía alegría, también traía unión y felicidad a su comunidad. Decidido a cambiar de opinión, se acercó a Dinah.

"Tal vez, un poco de color no sea tan malo después de todo. ¿Puedo ayudar?" - preguntó con una sonrisa.

"¡Claro! ¡Juntos podemos hacer maravillas!" - contestó Dinah emocionada.

Y así, el alcalde y Dinah trabajaron mano a mano, pintando el muro gris, el pueblo, y corazones con colores vibrantes. Colorín se convirtió en un lugar lleno de risas, amor y arcoíris. Todas las criaturas, grandes y pequeñas, aprendieron que cada uno, en sus propias diferencias, podía aportar algo especial al mundo.

Y desde ese día, la Dinosauria Púrpura fue conocida como la artista que transformó la tristeza en alegría, y el pueblo de Colorín brilló como nunca antes, cada rincón repleto de amor y arcoíris.

Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.

FIN.

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