La diversión inteligente
Había una vez un niño llamado Martín, que era muy gracioso y estudioso. Desde pequeño, siempre encontraba la forma de hacer reír a todos con sus ocurrencias y chistes ocurrentes.
Además, Martín amaba aprender y siempre se destacaba en el colegio. Un día, mientras Martín esperaba el autobús para ir al colegio, notó que había un nuevo niño en la parada.
Se acercó a él con una sonrisa en su rostro y le dijo: "¡Hola! Soy Martín, ¿y tú?". El nuevo niño se llamaba Lucas y parecía un poco tímido. Martín decidió utilizar su sentido del humor para romper el hielo: "-¿Sabes por qué los pájaros no usan Facebook? Porque ya tienen Twitter!".
Lucas soltó una risa tímida y respondió: "-¡Eso es muy gracioso!". Desde ese momento, Martín y Lucas se hicieron amigos inseparables.
Juntos compartían risas en el recreo e incluso formaron un dúo cómico para participar en las ferias escolares. Pero a pesar de ser tan divertidos, nunca dejaban de lado sus responsabilidades académicas. Martín era muy organizado con sus estudios y siempre dedicaba tiempo todos los días para repasar lo aprendido en clase.
Un día, mientras estudiaban juntos para un examen importante de matemáticas, Lucas le preguntó a Martín:"-¿Cómo haces para ser tan bueno en todas las materias?". Martín sonrió y respondió: "-Bueno amigo, es cuestión de organización y constancia.
Siempre trato de prestar atención en clase y luego repaso en casa. Además, si hay algo que no entiendo, no tengo miedo de preguntarle a mi maestra o buscar información adicional en libros o internet".
Lucas tomó nota de los consejos de Martín y decidió seguir su ejemplo. Poco a poco, comenzó a dedicar más tiempo a sus estudios y pronto empezó a ver mejoras en sus calificaciones. Un día, la maestra anunció que habría una competencia de talentos en el colegio.
Martín y Lucas sabían que esta era la oportunidad perfecta para mostrar su talento cómico ante toda la escuela. El día del evento llegó y ambos subieron al escenario con confianza.
Contaron chistes, hicieron imitaciones divertidas e incluso realizaron una rutina de baile cómica. El público estallaba en risas y aplausos. Al finalizar su presentación, Martín dijo: "-Gracias a todos por reírse con nosotros.
Queremos recordarles que ser gracioso es importante, pero nunca debemos olvidarnos de nuestras responsabilidades académicas". Lucas asintió con una sonrisa y agregó:"-¡Así es! Ser estudioso nos ayuda a crecer como personas". A partir de ese momento, Martín y Lucas se convirtieron en referentes del colegio.
Los niños admiraban su sentido del humor y también se motivaban para ser buenos estudiantes. Martín demostró que se puede ser gracioso sin descuidar los estudios, mientras que Lucas aprendió que el esfuerzo y la constancia son clave para alcanzar el éxito académico.
Y así fue como estos dos amigos demostraron al mundo que ser gracioso y estudioso no son cualidades excluyentes, sino que pueden ir de la mano para lograr grandes cosas.
FIN.