La divertida lección de la maestra Clara



En un pequeño preescolar de un barrio tranquilo, la maestra Clara se enfrentaba a un gran desafío: algunos de sus alumnos no tenían hábitos de higiene adecuados.

Todos los días llegaban al colegio con las manos sucias, las uñas largas y la ropa arrugada. La maestra sabía que algo tenía que cambiar, así que decidió tomar cartas en el asunto.

Una mañana, durante la asamblea matutina, la maestra Clara reunió a todos los niños en el patio y les dijo:"Hoy vamos a hablar sobre la importancia de mantenernos limpios y saludables.

¿Saben por qué es importante lavarse las manos antes de comer o después de ir al baño?"Los niños se miraron entre sí y algunos levantaron tímidamente la mano. "¡Porque si no lo hacemos nos podemos enfermar!", exclamó Martín, uno de los alumnos más atentos. La maestra sonrió satisfecha y continuó su explicación.

Les habló sobre cómo los gérmenes pueden contagiarse fácilmente si no tenemos una buena higiene y les mostró cómo lavarse correctamente las manos. Los niños prestaron mucha atención y prometieron hacerlo todos los días.

Sin embargo, a pesar del compromiso inicial, con el correr de los días algunos niños volvieron a descuidar su higiene personal. La maestra Clara estaba preocupada y decidió buscar una solución creativa para abordar el problema. Una tarde, organizó un divertido juego en el patio del colegio.

Colocó varios recipientes con agua y jabón, toallas limpias y unas cuantas canciones pegajosas para acompañar el momento. Les propuso a los niños convertir el lavado de manos en una actividad divertida y emocionante.

"¡Vamos a ver quién puede hacer espuma más rápido!", exclamaba Clara mientras animaba a sus alumnos a participar. Los niños se entusiasmaron con la idea e inmediatamente comenzaron a competir entre ellos para ver quién lograba hacer más burbujas con el jabón.

Se reían, cantaban y disfrutaban juntos del momento. Poco a poco, aquellos pequeños traviesos fueron incorporando el hábito del lavado de manos en su rutina diaria. Conforme pasaban las semanas, la maestra Clara notaba cómo sus alumnos lucían más limpios y ordenados.

Estaba orgullosa del progreso que habían logrado juntos gracias al trabajo en equipo y la creatividad. Finalmente, llegó el día en que todos los padres fueron convocados al colegio para una reunión especial.

La maestra Clara preparó una sorpresa: cada niño recibió un diploma por haber mejorado sus hábitos de higiene personal. Los padres aplaudieron emocionados al ver lo orgullosos que estaban sus hijos mostrando aquel reconocimiento tan especial.

Desde ese día en adelante, en aquel pequeño preescolar reinaba un ambiente mucho más saludable gracias al esfuerzo conjunto de la maestra Clara, sus alumnos y sus familias. Y todo comenzó con algo tan simple pero fundamental como aprender a cuidar nuestra higiene personal.

FIN.

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