La Dormilona que no Pudo Dormir



En un tranquilo pueblito llamado Siestaville, vivía una coneja llamada Lila, conocida por todos como "la dormilona". Lila adoraba dormir y siempre estaba preparada para una siesta. Bajo el gran árbol de ciruelo, en el centro del parque, se acomodaba cada tarde con su manta de flores y se dejaba llevar por los sueños.

Un día, mientras todos en el pueblo se preparaban para la Fiesta de la Siesta, Lila se sintió más cansada que de costumbre. "Hoy tengo que dormir a pierna suelta para poder disfrutar de la fiesta" -se decía mientras se acomodaba en su manta. Pero, para su sorpresa, esa tarde no pudo cerrar los ojos. Se dio vuelta, se tapó con su manta, pero nada funcionaba.

Se asomó por la ventana de su casa, viendo cómo sus amigos, el pato Pipo y la tortuga Tula, jugaban en el parque. "¿Por qué no puedo dormir?" -se preguntó Lila, sintiéndose preocupada.

Desesperada, decidió salir a buscar ayuda. Primero fue a ver a Pipo. "¡Hola, Lila! ¿Te gustaría jugar al juego de las escondidas?" -le dijo alegremente. "No, Pipo, no puedo jugar. No he podido dormir. Mi mente no para de pensar" -respondió Lila, con un ligero tono de frustración.

Pipo, al verlo, tuvo una idea. "Tal vez deberías intentar distraerte un poco. Ven, vamos a ayudar a Tula con su jardín. Hacer algo diferente a veces ayuda a despejar la mente" -le sugirió. Lila asintió y se unió a ellos.

Mientras ayudaban a Tula, Lila comenzó a contarles su problema. "Siento que la cama me llama, pero no puedo atenderla. Me asusta no poder descansar para la fiesta. ¿Qué pasará si me quedo despierta toda la noche?" -dijo Lila preocupada. Tula, que siempre había sido la más sabia del trío, le respondió:

"A veces, la ansiedad nos quita el sueño. Pero quizás, si hacemos algunas actividades divertidas, te sentirás más tranquila".

Entonces decidieron tener una pequeña aventura. Juntos se fueron al arroyo, donde hicieron carreritas, lanzaron piedras al agua y rieron hasta que se hizo de noche. Poco a poco, Lila empezó a relajarse. "Este es un momento maravilloso" -dijo mientras admiraba el brillo de la luna en el agua.

De repente, comenzaron a escuchar murmullos. "¡Shh! Escuchen" -dijo Pipo. Todos se quedaron en silencio y pronto escucharon una melodía suave que venía del bosque. Era un grupo de luciérnagas que danzaban, iluminando el camino con su luz. Lila sintió que su corazón se llenaba de alegría, y por primera vez en todo el día, sus ojos comenzaron a cerrarse.

Sin darse cuenta, Lila cayó en un sueño profundo justo allí, en el claro del bosque, rodeada por sus amigos y las bellas luces de las luciérnagas. Cuando despertó, el sol ya estaba asomando y a su alrededor estaban Pipo y Tula.

"¡Lila, estás despierta!" -gritó Pipo emocionado. "Nos creíste tan dormida que nos quedamos cuidándote" -añadió Tula. Lila se sintió agradecida por tener amigos tan atentos. "Creo que aprendí que no siempre tengo que forzar el sueño. A veces, la diversión y estar con amigos puede ayudar" -dijo Lila con una sonrisa.

Al llegar a la fiesta, Lila estaba llena de energía. "¡No puedo esperar a bailar!" -exclamó mientras se unía a los demás. Esa noche, cuando finalmente se acomodo para dormir, Lila se sintió cansada pero feliz. "Hoy aprendí que con un poco de distracción y buena compañía, puedo encontrar el sueño que tanto busco" -pensó mientras se entregaba al descanso.

Desde aquel día, Lila nunca olvidó la importancia de relajarse y disfrutar de la vida, sin importar cuánta necesidad tuviera de dormir. Y así, ella se convirtió en la coneja más conocida de Siestaville, no solo por ser la dormilona, sino también por ser la más feliz.

Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.

FIN.

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