La dulce aventura de la abejita amarilla



Había una vez una abejita amarilla llamada Lvuela que vivía en un hermoso jardín lleno de flores y plantas. A Lvuela le encantaba volar de flor en flor, recolectando néctar para hacer miel.

Pero había algo especial en ella: tenía un amor inmenso por la miel. Un día, mientras volaba por el jardín, Lvuela encontró a su amiga Mariposa posada sobre una rosa roja.

La abejita se acercó emocionada y exclamó: "¡Mariposa! ¡Te tengo una noticia increíble! He descubierto un árbol lleno de colmenas repletas de deliciosa miel". La mariposa se sorprendió y preguntó curiosa: "¿En serio? ¿Dónde está ese árbol?"Lvuela sonrió y respondió: "Está al otro lado del río, pero hay un pequeño problema.

El puente que solíamos cruzar se ha derrumbado". Mariposa pensó por un momento y propuso: "No te preocupes, Lvuela. Conozco a alguien que puede ayudarnos".

Ambas emprendieron vuelo hasta llegar al estanque donde vivía Don Ranas, el sapo más sabio del jardín. Saltaron cerca de él y lo saludaron amigablemente.

Don Ranas levantó su cabeza verde y arrugada y les preguntó con voz profunda: "¿Qué las trae aquí hoy?"Lvuela explicó rápidamente la situación mientras Mariposa asentía con entusiasmo. Don Ranas reflexionó unos segundos antes de responder: "Bueno, tengo una idea. Pueden utilizar las hojas grandes de los nenúfares como botes improvisados para cruzar el río".

Las amigas agradecieron al sapo por su sabio consejo y se dirigieron rápidamente hacia los nenúfares que flotaban en el agua. Lvuela extendió sus alas y se posó sobre una hoja grande mientras Mariposa hizo lo mismo en otra.

Con mucho cuidado, comenzaron a remar con sus patitas hasta llegar al otro lado del río. Cuando finalmente llegaron al árbol de las colmenas, quedaron maravilladas por la cantidad de miel que había. Ambas empezaron a recolectarla con entusiasmo y llenaron sus pequeñas bolsitas.

De repente, un zumbido atrajo su atención. Era Abejorro, un abejorro muy glotón que siempre estaba buscando comida fácil.

Abejorro se acercó a Lvuela y Mariposa con una sonrisa maliciosa: "¡Ja! ¡Ja! ¡Ja! ¿Qué creen que hacen aquí? ¡Esa miel es mía!"Lvuela miró a Mariposa preocupada pero no se dejó intimidar. Respondió valientemente: "La miel no te pertenece solo porque estés aquí primero. Todos tenemos derecho a disfrutarla".

Mariposa asintió y agregó: "Además, si compartimos la miel entre todos, habrá suficiente para todos nosotros". Abejorro frunció el ceño pero luego pensó en las palabras de Lvuela y Mariposa. Finalmente accedió compartir la miel y juntos disfrutaron de un festín dulce debajo del árbol de las colmenas.

Desde ese día, Lvuela, Mariposa y Abejorro se convirtieron en grandes amigos. Aprendieron que compartir es importante y que el trabajo en equipo siempre lleva a mejores resultados.

Y así, la abejita amarilla Lvuela volaba feliz por el jardín, recolectando miel y compartiéndola con todos sus amigos.

FIN.

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