La dulce colaboración de Malla, Zumbi y Polenita


Había una vez en el hermoso jardín de la señora Ana, una pequeña abeja llamada Malla. Malla era muy curiosa y siempre andaba volando de flor en flor, recolectando néctar para hacer deliciosa miel.

Pero había algo que a Malla le encantaba más que cualquier otra cosa: ¡la miel! Cada vez que terminaba su jornada de trabajo, Malla se dirigía directamente a la colmena para disfrutar de un poco de miel.

No había día en el que no se deleitara con su sabor dulce y pegajoso. La miel era su debilidad. Un día, mientras Malla saboreaba su miel favorita, escuchó un zumbido proveniente del exterior de la colmena.

Era Zumbi, una abeja aventurera y amiga de Malla. "¡Hola, Malla! ¿Qué estás haciendo?" -preguntó Zumbi con entusiasmo. "¡Hola, Zumbi! Estoy disfrutando un poco de esta deliciosa miel" -respondió Malla con la boca llena. Zumbi se acercó y miró ansiosamente el tarro lleno de miel.

Le brillaban los ojos y le temblaban las alas al ver aquel manjar tan tentador. "Mmm... ¿me dejarías probar un poquito? Se ve tan rica" -dijo Zumbi con voz suplicante.

Mientras Zumbi hablaba, sus ojitos parpadeaban con inocencia y sus patitas se movían nerviosas. Parecía estar realmente interesado en probar la miel. Malla pensó por un momento y decidió compartir su miel con su amiga. Le dio una pequeña cucharada y Zumbi la saboreó con gusto.

"¡Oh, Malla! ¡Esto es lo más delicioso que he probado en mi vida!" -exclamó Zumbi, emocionado. Malla sonrió al ver la alegría en el rostro de su amiga.

A partir de ese día, Malla y Zumbi compartieron muchos momentos juntos disfrutando de la miel. Un día, mientras volaban de flor en flor recolectando néctar, encontraron a una abeja llamada Polenita. Polenita era muy tímida y siempre se mantenía apartada del resto de las abejas. "Hola, Polenita.

¿Por qué estás tan triste?" -preguntó Malla preocupada. Polenita suspiró y les contó que no había podido encontrar suficiente polen para hacer comida para su colmena. Estaba desesperada porque no quería decepcionar a sus compañeras.

Malla tuvo una idea brillante. Les propuso a Zumbi y Polenita trabajar juntos para ayudarse mutuamente. Podrían recolectar polen juntos e intercambiarlo por miel en la colmena de Malla.

Así fue como los tres amigos comenzaron a trabajar en equipo: Malla recolectaba néctar para hacer miel, Zumbi compartía su coraje para enfrentar nuevos desafíos y Polenita traía el polen necesario para alimentar a su colmena.

Con el tiempo, otras abejas se sumaron al grupo y formaron una gran comunidad donde todos trabajaban juntos por un bien común. Malla ya no solo disfrutaba de la miel, sino también de la alegría y el compañerismo que encontró en sus amigos.

Y así, con su esfuerzo y trabajo en equipo, lograron hacer del jardín de la señora Ana un lugar aún más hermoso y lleno de vida. La historia de Malla nos enseña que compartir nuestras fortalezas y trabajar en equipo puede llevarnos a alcanzar grandes cosas.

Además, nos muestra que cuando ayudamos a los demás, también recibimos ayuda y creamos vínculos especiales. Desde aquel día, cada vez que Malla saboreaba su miel favorita, recordaba la importancia de compartir y ser solidaria con los demás.

Y aunque le gustara mucho la miel, lo más valioso para ella era tener amigos como Zumbi y Polenita. Y así continúa la historia de Malla, una abeja especial que supo convertir su amor por la miel en un regalo para todos.

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