La dulce lección de Sofía
Había una vez una niña llamada Sofía que vivía en un pequeño pueblo. Sofía era muy curiosa y siempre estaba buscando nuevas aventuras. Un día, mientras paseaba por la calle principal, vio un kiosko lleno de deliciosos dulces.
Sofía no podía resistirse a los dulces y decidió entrar al kiosko para comprar algunos. El dueño del kiosko se llamaba Don Pedro, un hombre amable y simpático que siempre tenía una sonrisa en su rostro.
"Muy buenos días, señorita Sofía", saludó Don Pedro. "¿En qué puedo ayudarte hoy?""Solo quiero unos cuantos dulces", respondió Sofía con entusiasmo. Don Pedro le mostró todos los dulces disponibles: chupetines de colores brillantes, caramelos masticables y chocolates suaves.
Sofía no sabía cuáles elegir porque todos se veían tan apetitosos. Finalmente, tomó algunos chupetines de diferentes sabores y caramelos masticables envueltos en papel colorido. Pagó por ellos y salió del kiosko con una gran sonrisa en su rostro.
Sofía caminaba felizmente mientras disfrutaba de sus dulces cuando de repente sintió un fuerte dolor en la panza. Se detuvo y se llevó las manos al estómago. "Oh no, ¿qué me pasa?", exclamó preocupada.
Justo en ese momento apareció el hada madrina de Sofía, quien había estado observándola desde lejos. "No te preocupes, querida Sofía", dijo el hada madrina tranquilamente. "Este dolor es solo porque comiste demasiados dulces de golpe. Pero tengo una solución para ti".
El hada madrina sacó un frasco pequeño de su bolsillo y le dio a Sofía una cucharada del contenido. "Solo necesitas tomar esto y te sentirás mejor enseguida", explicó el hada madrina.
Sofía tomó la medicina mágica que le había dado el hada madrina y, como por arte de magia, el dolor de panza desapareció al instante. "¡Wow! ¡Gracias, hada madrina! Eres genial", exclamó Sofía emocionada. El hada madrina sonrió y dijo: "Recuerda, Sofía, siempre es importante disfrutar las cosas con moderación.
Los dulces son deliciosos, pero comer demasiados puede causar malestar estomacal. Además, es bueno compartir con los demás". Sofía asintió con la cabeza y decidió seguir el consejo del hada madrina.
Caminó hasta el kiosko y encontró a Don Pedro atendiendo a otro cliente. "-Hola Don Pedro", saludó Sofía amablemente. "-¡Hola Sofía! ¿Cómo estás?", respondió Don Pedro. "-Muy bien gracias. Quería preguntarte si puedo invitarte unos dulces".
Don Pedro se sorprendió gratamente por la generosa oferta de Sofía. "-Oh, muchísimas gracias por tu amabilidad Sofía. Me encantaría aceptar tu invitación". Sofía compartió sus dulces con Don Pedro mientras charlaban sobre sus vidas y sueños. Ambos disfrutaron mucho ese momento especial juntos.
Desde aquel día en adelante, Sofía aprendió la importancia de disfrutar las cosas con moderación y de compartir con los demás. Y cada vez que visitaba el kiosko de Don Pedro, siempre encontraba una sonrisa cálida y amable esperándola.
Y así, Sofía continuó viviendo muchas aventuras emocionantes mientras difundía la alegría y la generosidad en su pequeño pueblo.
FIN.