La Elección de Angelina
Una pequeña niña de 4 años llamada Angelina se encontraba sentada en una nube de algodón de azúcar, rodeada de un resplandor celestial que iluminaba su rostro lleno de curiosidad. Con un lazo dorado en el pelo, miraba fascinada la estrella dorada que flotaba frente a ella, invitándola a elegir su próximo destino en la vida.
Todo comenzó cuando Angelina se encontró en ese lugar mágico después de haber disfrutado de un día lleno de juegos y risas en el parque. De repente, una suave brisa la llevó a las nubes, donde las criaturas de su imaginación cobraban vida y la rodeaban.
"Hola, Angelina, soy Lúmina, la estrella dorada. Estoy aquí para ayudarte a elegir dónde quieres nacer en tu próxima vida", dijo la estrella con una voz dulce y melodiosa.
"¡Hola, Lúmina! ¡Esto es increíble!" respondió Angelina, emocionada.
La estrella comenzó a contarle sobre diferentes lugares donde podría nacer.
"Puedes nacer en un bonito pueblito donde todos se ayudan unos a otros, o en una gran ciudad llena de luces y diversión. Pero también puedes elegir un bosque encantado donde los animales hablan y las aventuras nunca terminan. ¿Cuál prefieres?"
Angelina se rascó la cabeza pensativa. ¡Había tantas opciones! De repente, se acordó de algo que siempre le había gustado hacer: ayudar a los demás.
"Lúmina, quiero nacer donde pueda ayudar a las personas y hacer que sean felices. ¿Dónde puedo hacer eso?"
Lúmina sonrió al escuchar la nobleza de Angelina.
"Creo que hay un lugar perfecto para ti. Es un pueblo donde todos se apoyan, y hay un problema que necesita ser resuelto. Desde que una inundación arrasó el lugar, sus habitantes están tristes y necesitan tu alegría."
Angelina asintió con determinación.
"¡Sí, quiero ir ahí!"
"¡Perfecto! Pero hay algo más que debes saber..." Lúmina sonrió enigmáticamente. "Tu llegada no será fácil. Tendrás que aprender a hacer reír a los demás y encontrar la forma de unir a todos."
Angelina no se preocupó; en su corta vida ya había aprendido que la risa era contagiosa. Así que, con el brillo en sus ojos y el amor en su corazón, decidió que estaba lista.
Con solo un parpadeo, Angelina se encontró en ese pueblo. Todo estaba cubierto de nubes grises y los habitantes caminaban cabizbajos. Entonces, la pequeña comenzó a hacer lo que mejor sabía: jugar y reír.
"¡Hola, amigos! ¿Quieren jugar conmigo?" gritó, saltando en círculos.
Al principio, las personas la miraban con sorpresa, pero poco a poco, las sonrisas comenzaron a asomarse en los rostros tristes.
"¿Qué está haciendo esta niña?" murmuró uno de los mayores.
"Creo que está tratando de hacernos reír", agregó otra persona con un pequeño rastro de esperanza.
Así, Angelina fue organizando juegos. Saltaba, bailaba y contaba chistes. Con cada risa que lograba, el sol empezaba a brillar más fuerte, deshaciendo las nubes grises.
"¡Esto es maravilloso!" exclamó un niño mientras reía a carcajadas.
"¿Pueden ver? ¡Podemos ser felices juntos!" añadió Angelina integrada a su nuevo hogar.
Con el tiempo, el pueblo se llenó de alegría y amor, y todos se unieron para crear un festival en honor a la llegada de la niña.
"Sin Angelina, nunca habríamos vuelto a ser felices!" celebraban mientras el pueblo ahora iluminado danzaba por las calles.
Y así, Angelina aprendió que el poder de la risa y la amistad puede cambiar el mundo, un pequeño gesto a la vez. Además, se dio cuenta de que su verdadera misión en la vida era, precisamente, llevar alegría a los corazones de quienes la rodeaban.
Cuando el festival terminó, Lúmina apareció de nuevo en forma de luz.
"Has hecho un gran trabajo, mi pequeña amiga. ¿Estás lista para regresar a casa con toda la alegría que has sembrado?"
"¡Sí! Pero siempre recordaré a mis nuevos amigos y todas las risas que compartimos."
Con una sonrisa, Angelina se despidió del pueblo y se sintió llena de amor y satisfacción.
Volvió a su nube de algodón de azúcar, y desde ese día, nunca olvidó el poder de hacer reír y lo importante que era estar ahí para los demás.
FIN.