La embajadora de las Cataratas



Había una vez una niña llamada Nina, que vivía en un pequeño pueblo rodeado de montañas y ríos cristalinos.

A Nina le encantaba explorar la naturaleza y descubrir nuevos lugares, pero siempre había soñado con visitar las famosas Cataratas del Iguazú. Un día, sus padres decidieron hacerle una sorpresa a Nina y organizaron un viaje familiar a las Cataratas. ¡Nina no podía creerlo! Estaba emocionada por conocer ese maravilloso lugar que tanto había oído hablar.

El día del viaje llegó y la familia se subió al auto con mucha alegría.

Durante el trayecto, Nina iba imaginando cómo serían las cataratas: el sonido del agua cayendo, el arco iris formándose en medio de la neblina y los animales exóticos que habitarían allí. Después de muchas horas de viaje, finalmente llegaron al Parque Nacional Iguazú. La emoción invadió a todos cuando vieron las gigantes cascadas frente a ellos. Era un espectáculo impresionante y majestuoso.

La familia decidió comenzar su recorrido por el sendero superior para tener una vista panorámica de las cataratas. Mientras caminaban entre la selva tropical, escucharon ruidos extraños provenientes de los árboles cercanos. - ¿Qué será ese ruido? - preguntó Nina curiosa.

- Debe ser algún animalito jugando entre las ramas - respondió su papá sonriendo. De repente, un grupo de monitos traviesos apareció saltando de árbol en árbol.

Nina no pudo contener su emoción y comenzó a reír mientras los monos hacían travesuras. Continuaron caminando hasta llegar al mirador principal. Desde allí, pudieron contemplar la grandiosidad de las cataratas. El agua caía con fuerza y el viento les mojaba el rostro.

Era un momento mágico que quedó grabado en sus corazones. Decidieron bajar por el sendero inferior, donde se encontraban más cerca del agua. Mientras descendían por las escaleras, escucharon un ruido ensordecedor y sintieron una brisa fresca en sus rostros.

- ¡Miren! - exclamó Nina señalando hacia adelante - ¡Hay una cascada dentro de la cascada! Efectivamente, había una pequeña cascada escondida detrás del velo de agua principal. Era como si hubiera un secreto esperando ser descubierto entre las Cataratas del Iguazú.

La familia continuó explorando cada rincón del parque, maravillándose con la belleza natural que los rodeaba. Vieron mariposas multicolores revoloteando a su alrededor y aves tropicales cantando melodías dulces. Al finalizar el día, Nina se sentía agotada pero feliz.

Había tenido la oportunidad de vivir una aventura inolvidable junto a su familia en uno de los lugares más hermosos del mundo. Cuando regresaron a casa, Nina compartió todas sus experiencias con sus amigos y compañeros de clase.

Les habló sobre los monitos traviesos, la cascada escondida y lo emocionante que fue estar tan cerca de las cataratas. Desde ese día, Nina se convirtió en la embajadora de las Cataratas del Iguazú.

Les contaba a todos sobre la importancia de cuidar y preservar la naturaleza, para que futuras generaciones también pudieran disfrutar de su belleza.

Y así, gracias a su viaje a Cataratas, Nina aprendió el valor de explorar nuevos lugares, apreciar la belleza natural y compartir sus experiencias con los demás.

FIN.

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