La Ensalada Mágica de Tito y la Oruga Glotona



Era un hermoso día soleado en un pueblito de Córdoba, y el títere Tito junto a su amiga, la oruga glotona, decidieron preparar una deliciosa ensalada de frutas en el jardín. La idea era hacer un platillo lleno de energía y color que no solo ellos disfrutarían, sino que también compartirían con los chicos del barrio.

"Vamos, oruguita, ¡a recoger las frutas!" - gritó Tito emocionado.

La oruga glotona asintió con su cabeza, moviendo su cuerpecito verde.

"Sí, sí, me encantan las manzanas, naranjas y bananas... ¡cuánta fruta deliciosa!" - respondió feliz.

Empezaron a recoger las frutas del árbol de la abuela Cata, que tenía un huerto lleno de manzanas brillantes y naranjas jugosas. Las bananas las encontraron en otra parte del jardín, colgando como si fueran guitarras listas para tocar.

Al terminar de recolectar todo, Tito miró su cesta llena de frutas.

"¡Qué colorido! Esto será una ensalada maravillosa. ¿Te imaginas lo rica que va a salir?" - preguntó con entusiasmo.

"Claro que sí, Tito. Pero primero, ¡a lavarse las manos!" - exclamó la oruga.

Ambos corrieron al grifo del jardín y comenzaron a lavarse las manos, asegurándose de que estuvieran bien limpias para preparar la ensalada. Justo en ese momento, la abuela Cata salió de la casa, oliendo a delicias recién horneadas.

"¿Qué andan haciendo, chicos?" - preguntó la abuela.

"¡Vamos a hacer una ensalada de frutas, abuela!" - respondió Tito con una gran sonrisa.

"¿Puedo comer frutas también?" - preguntó la abuela, mientras sus ojos brillaban como estrellas.

"¡Por supuesto! Hay suficiente para todos!" - dijo la oruga glotona, moviendo su cuerpecito emocionada.

Mientras Tito y la oruga preparaban la ensalada, comenzó a llegar más gente del vecindario, atraída por el aroma de las frutas frescas. Los chicos y chicas del barrio vinieron corriendo:

"¿Qué hacen, Tito?" - preguntó una niña.

"¡Vamos a disfrutar de una ensalada de frutas!" - respondió el títere.

"Yo quiero!" - gritó un niño que llegó atrasado.

La mesita del jardín se llenó de risas y charlas. Tito comenzó a cortar las frutas, mientras la oruga glotona las pasaba con mucho cuidado.

Pero cuando parecía que todo iba bien, la oruga se distrajo mirando cuanto dulce había en la mesa de la abuela.

"Oh, miren esas magdalenas de la abuela, ¡son tan ricas!" - dijo mientras dejaba caer una banana.

"¡Cuidado, oruga! No queremos que se nos caiga la ensalada!" - gritó Tito, pero ya era tarde. La banana rodó y se fue a parar al pie de la abuela.

La abuela Cata se agachó para recogerla y...

"¿Y esta banana? ¡Qué rica se ve!" - dijo intentando resistir la tentación.

"Va a ser parte de la ensalada, abuela!" - replicó Tito con risas.

La abuela decidió colaborar y, entre el ritmo de las charlas de los chicos, se puso a pelar más naranjas para la ensalada. La tarde continuaba entre carcajadas y el aroma fresco de las frutas, listo para ser disfrutado.

"Y ahora, todos a probar nuestra ensalada mágica" - anunció Tito.

La ensalada brillaba colorida en medio del jardín. Todos las probaron, disfrutando de cada bocado, y sonriendo, porque la mejor parte de la tarde no solo fue la comida, sino también la amistad y el trabajo en equipo.

"¡Qué rica está! ¡Tito, deberías hacerlo más seguido!" - exclamó un nene.

"Es cierto, ¡tenemos que hacer esto cada semana!" - dijo la oruga, mientras pensaba en cuántas delicias más podrían preparar juntos en el futuro.

Y así, el jardín de la abuela Cata se llenó de risas, sabores y momentos inolvidables, recordando que cocinar y compartir siempre es más divertido con amigos y familia. Tito y la oruga glotona sabían que habían creado algo especial, no solo con las frutas, sino con los corazones de todos los que se habían unido a su mágica merienda.

FIN.

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