La escalera mágica
Había una vez un niño llamado Juan que, un día, decidió subir una escalera que parecía no tener fin. Con cada escalón que subía, el mundo a su alrededor cambiaba y se transformaba en algo nuevo y desconocido.
Al principio, Juan estaba asustado por lo desconocido de la situación pero pronto comenzó a sentir curiosidad y emoción por descubrir qué había en los mundos que se encontraban más arriba.
En uno de ellos encontró un bosque con árboles gigantes y animales extraños. - ¡Hola! -dijo Juan sorprendido. - Hola pequeño viajero -respondió un pájaro multicolor-. Bienvenido a nuestro hogar. Juan pasó horas explorando aquel lugar mágico, jugando con los animales y aprendiendo de la naturaleza.
Luego continuó subiendo la escalera hasta llegar a otro mundo en donde todo era hecho de dulces y chocolates. -¡Qué delicioso! -exclamó Juan mientras probaba una golosina-.
¿Puedo quedarme aquí para siempre? -Por supuesto que sí -respondió una hada con alas de caramelo-. Pero recuerda siempre cuidar tus dientes. Juan entendió el mensaje y siguió su camino hacia nuevos mundos. En uno de ellos encontró un grupo de niños jugando fútbol en una cancha muy grande.
-¿Puedo jugar? -preguntó Juan emocionado. -Sí claro, ¡únete al equipo! -respondieron los niños al coro. Juan se divirtió mucho jugando con sus nuevos amigos hasta que llegó la hora de seguir adelante.
Continuando su ascenso por la escalera, llegó a un mundo en donde todo estaba hecho de libros y papel. -¡Qué maravilla! -exclamó Juan-. Siempre me ha gustado leer.
Allí conoció a una sabia anciana que le enseñó mucho sobre el poder de las palabras y la importancia de la lectura. Juan prometió seguir leyendo cada día para aprender más cosas nuevas. La aventura continuó hasta que finalmente, después de subir muchos escalones, Juan llegó al final de la escalera.
Allí encontró una puerta dorada con un cartel que decía —"Regreso" . -¿Quieres volver a casa? -preguntó una voz misteriosa detrás de la puerta. -Sí -respondió Juan sin dudarlo-. Pero nunca olvidaré todo lo que aprendí en mi viaje por los mundos infinitos.
Con un parpadeo, Juan se encontraba nuevamente en su habitación, tumbado en su cama. Aunque no entendía cómo había vuelto allí, sabía que había vivido una gran aventura que nunca olvidaría.
Cerrando los ojos, sonrió feliz mientras pensaba en todas las lecciones y experiencias que había adquirido gracias a su viaje por aquellos mundos fantásticos.
FIN.