La Escuela de la Amistad



Era un día soleado en el barrio de Villa Amistad, y todos los niños se preparaban para regresar a la escuela. Los profesores habían organizado una serie de actividades divertidas para fomentar la amistad entre los estudiantes. La maestra Clara, conocida por su gran corazón, tenía un plan especial en mente.

"Chicos, hoy vamos a hacer un juego de amigos para conocernos mejor y fortalecer nuestros lazos. ¡Van a tener que trabajar en equipos!" - dijo la maestra Clara con una sonrisa.

Los niños estaban muy entusiasmados, pero había un niño llamado Tomás que se sentía un poco triste. Últimamente, no había hecho muchos amigos y temía que nadie quisiera formar equipo con él.

"¿Por qué no venís con nosotros, Tomás?" - le dijo Sofía, una niña siempre sonriente.

"No sé... a veces sientes que no encajás, ¿no?" - respondió Tomás, mirando al suelo.

"¡Para nada! ¡Vamos a divertirnos!" - insistió Juan, un chico atrevido del grupo.

Al final, Tomás decidió unirse al equipo de Sofía y Juan. La maestra Clara explicó que el primer desafío sería construir una torre con bloques de madera, usando solo una mano cada uno. Todos los niños debían colaborar y comunicarse, lo que les permitiría conocerse mejor.

Durante el juego, Tomás se dio cuenta de que tenía muchas ideas creativas sobre cómo apilar los bloques.

"¿Y si usamos los bloques más grandes primero para tener una base sólida?" - propuso emocionado.

"¡Buena idea!" - exclamó Sofía, y Juan rápidamente estuvo de acuerdo.

Por primera vez, Tomás se sintió parte importante del grupo. Sin embargo, hubo un momento en que el equipo comenzó a discutir sobre la mejor manera de construir la torre.

"¡Vamos a hacer lo que yo digo!" - gritó Juan, frustrado.

"No, mejor hay que seguir mi idea, ¡es la más inteligente!" - replicó Sofía, visiblemente molesta.

Tomás observó cómo sus amigos se enojaban entre sí y sintió que todo iba a desmoronarse, no solo la torre, sino también su nuevo sentido de amistad. Sin pensar, se puso en medio de ellos y dijo,

"Chicos, ¿qué les parece si unimos las dos ideas? Podemos usar la base que sugirió Sofía y agregar la parte superior pensada por Juan. ¡Así todos quedan contentos!"

Ambos niños miraron a Tomás, sorprendidos por su propuesta.

"Tenés razón, Tomás. ¡Podemos hacer eso!" - admitió Sofía.

"Sí, tenés una buena solución, amigo. Vamos a intentarlo. ¡A trabajar!" - dijo Juan con una sonrisa.

Juntos, combinaron sus ideas y comenzaron a construir. Para su sorpresa, al final lograron erigir una torre impresionante, más alta de lo que jamás hubieran imaginado. La maestra Clara aplaudió, emocionada.

"¡Eso es! Chicos, ¡han demostrado que se puede lograr mucho más trabajando en equipo y escuchando las opiniones de los demás!"

Con el pasar de los días, Tomás se sentía más integrado a su grupo. Los juegos de amistad en la escuela continuaron y cada vez más niños se unían. Aprendieron a aceptar las diferencias y a encontrar la fuerza en la colaboración.

Pero un día, la profesora trajo una pequeña sorpresa.

"Chicos, hoy habrá un concurso de talentos. Cada grupo presentará algo sobre la amistad. ¡Quiero que compartan lo que han aprendido!" - anunció emocionada.

Tomás sintió una mezcla de nervios y alegría. No sabía qué talento tenía, pero decidió que quería hacer algo especial. Se sentó con sus amigos y propuso hacer una representación de su juego de construcción.

"Podemos mostrar cómo un grupo logra algo grande cuando trabaja junto. ¡Contemos nuestra experiencia!" - sugirió.

Sofía y Juan estaban de acuerdo, y juntos empezaron a escribir un guión para la presentación. El día del concurso llegó, y los nervios estaban a flor de piel. Todo el colegio estaba reunido en el gimnasio.

Cuando fue su turno, Tomás tomó aire y con una voz firme comenzó a narrar su experiencia sobre cómo habían erigido la torre.

"Así es como encontramos la manera de escucharnos y respetar las ideas de todos, por eso logramos construir algo increíble, una amistad fuerte como esta torre."

Todos aplaudieron y sonrieron. Los niños se sintieron orgullosos de lo que habían logrado. Al final, no importó quién ganó el concurso, porque ya habían ganado algo más valioso: el respeto y la amistad de cada uno.

La maestra Clara les dio un diploma a todos.

"¡Felicitaciones, equipo! Han demostrado que la amistad y la colaboración pueden llevar a grandes logros. Sigan alimentando esos valores en sus corazones."

Y así, Tomás se convirtió en un gran amigo para todos, y todos aprendieron que la verdadera fuerza resuena en el amor y la unión. ¡La escuela de la amistad se volvió un lugar donde cada día brillaba más fuerte!

FIN.

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