En un bosque lejano, había una escuela muy particular.
En un lado del río convivían los animales herbívoros, como los conejos, ciervos y elefantes, mientras que al otro lado se encontraban los carnívoros: leones, tigres y zorros.
Ambas clases de animales acudían a sus respectivas escuelas, pero nunca se cruzaban.
No obstante, la vida siempre tiene maneras de enseñarnos lecciones importantes de inclusión y diversidad.
Un día, la señora Cebra, la maestra de los herbívoros, decidió organizar una competencia de talentos.
-"Quiero que todos muestran sus habilidades, ¡y tal vez descubramos algo nuevo sobre nosotros mismos!"-, dijo con entusiasmo.
Los animales se emocionaron y comenzaron a practicar.
Los conejos hacían malabares, los ciervos bailaban, y los elefantes tocaban música con troncos y hojas.
Al mismo tiempo, en la escuela de los carnívoros, el señor León tuvo la misma idea.
-"Vamos a hacer nuestra competencia de talentos!"-, rugió.
Los tigres mostraron sus habilidades para saltar, los zorros hicieron trucos de magia, y las hienas contaron chistes divertidos.
Mientras los dos mundos se preparaban para sus competencias, la señora Cebra y el señor León se encontraron en el bosque.
-"¿No sería genial si nuestras escuelas pudieran competir juntas?"- preguntó la señora Cebra.
-"Pero nuestras diferencias nos separan,"- respondió el señor León, un poco dudoso.
Fue entonces cuando un pequeño pájaro, llamado Pío, escuchó la conversación.
-"Yo creo que las diferencias son lo que nos hace especiales.
¿Por qué no intentan conocerse?"- propuso Pío.
A los animales les pareció una idea interesante, así que decidieron invitar a la otra escuela a unirse a la competencia.
El día de la competencia, los animales se encontraron a la orilla del río.
Al principio, se miraron con desconfianza.
Pero Pío los animó.
-"¡Vamos, amigos!
Cada uno tiene algo único para mostrar!"- Y así comenzó la competencia.
Los herbívoros presentaron sus actos llenos de energía y risas, y los carnívoros sorprendieron a todos con su fuerza y agilidad.
Al final, el público decidió que todos eran ganadores, porque habían aprendido a trabajar juntos.
-"La verdadera belleza está en la diversidad y en cómo todas nuestras diferencias se combinan para crear algo especial,"- dijo la señora Cebra.
-"¡Sí!
Juntos somos más fuertes!"- gritó el señor León, irradiando orgullo.
Desde ese día, los animales ya no se conformaron con estar separados.
Empezaron a compartir ideas, jugar y aprender unos de otros.
Aprendieron que, a pesar de sus diferencias, cada uno de ellos tenía su propio talento que ofrecer, y que podían ser amigos en lugar de rivales.
En el bosque, se escuchaban risas, música y aplausos, porque habían descubierto que la inclusión y la diversidad son la magia que une realmente a todos.
Juntos, lograron hacer de su pequeña parte del mundo un lugar más hermoso y lleno de vida.
¡Y así, la escuela de la diversidad se convirtió en un ejemplo vivido para todos los habitantes del bosque!