La escuela de los animales


Había una vez en un hermoso bosque, un grupo de animales muy especiales. Habían decidido formar su propia escuela para aprender y divertirse juntos.

En esta escuela, cada uno de los animales tenía una habilidad especial que compartía con los demás. El protagonista de nuestra historia es Simón, un simpático zorro que tenía problemas para articular el fonema —"s" . Aunque era inteligente y amigable, se sentía triste porque a veces no podía comunicarse bien con sus amigos.

Un día, la maestra del bosque anunció que iban a realizar una gran competencia de talentos en la escuela. Todos los animales estaban emocionados y empezaron a prepararse para el evento.

Pero Simón se preocupaba mucho porque no quería sentirse avergonzado al hablar frente a todos. La maestra decidió ayudar a Simón y le propuso una actividad especial.

Le dijo que debía buscar palabras con el sonido —"s"  en libros y revistas, recortarlas y pegarlas en carteles para practicar su pronunciación. Además, le dio unos ejercicios divertidos para fortalecer sus músculos faciales. Simón siguió las indicaciones de su maestra con entusiasmo. Recortó palabras como sol, serpiente, saltamontes y muchas más.

Pegó los carteles por todo su cuarto y comenzó a practicar diciendo las palabras en voz alta todos los días. Con el tiempo, Simón notó cómo su pronunciación mejoraba poco a poco.

Ya no le costaba tanto decir palabras con el sonido —"s"  correctamente. Se sentía mucho más seguro de sí mismo y listo para participar en la competencia de talentos. Llegó el día del evento y todos los animales mostraron sus increíbles habilidades. Hubo cantos, danzas y acrobacias impresionantes.

Cuando llegó el turno de Simón, se paró frente a todos con confianza y comenzó a contar un cuento maravilloso sobre su vida en el bosque. Todos los animales escuchaban atentamente mientras Simón narraba con una pronunciación clara y perfecta.

Al finalizar, recibió un aplauso lleno de admiración por parte de sus amigos y maestros. Después del evento, Simón se dio cuenta de que había superado su dificultad gracias al esfuerzo y la práctica constante.

Se sentía feliz porque ahora podía comunicarse mejor con los demás animales del bosque. Desde ese día, Simón siguió practicando las palabras con el sonido —"s"  e incluso ayudaba a otros animales que tenían dificultades similares.

La escuela del bosque se convirtió en un lugar donde todos aprendían juntos y apoyaban a aquellos que necesitaban ayuda. Y así, nuestra historia termina con una lección importante: nunca debemos rendirnos ante las dificultades, siempre hay una manera de superarlas si nos esforzamos lo suficiente.

Como Simón, cada uno tiene habilidades únicas y podemos aprender mucho unos de otros si trabajamos juntos como equipo. ¡Fin!

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