La Escuela de Magia


Silvio era un niño como cualquier otro, pero su vida no había sido fácil. Había perdido a sus padres en un accidente de auto y tuvo que vivir con su abuela.

A pesar de todo, Silvio era muy inteligente y tenía muchas ganas de aprender. Un día, mientras caminaba por la calle, vio un cartel que decía "Escuela de Magia". Silvio nunca había oído hablar de una escuela así, pero se sintió intrigado.

Decidió investigar más sobre ella y descubrió que los estudiantes aprendían a hacer trucos impresionantes. Silvio sabía que su abuela no tenía mucho dinero para pagarle la matrícula, pero decidió pedirle permiso para intentarlo igualmente.

Su abuela lo apoyó y juntos fueron a entrevistarse con el director del colegio. "Hola señor director, mi nombre es Silvio y me gustaría estudiar magia aquí"- dijo tímidamente el niño.

El director lo miró detenidamente y le preguntó:"¿Por qué quieres estudiar magia?""Quiero aprender cosas nuevas y sorprender a mi abuela"- respondió decidido Silvio. El director sonrió ante la respuesta del chico y le dio una oportunidad.

Le dijo que tendría que trabajar duro para lograrlo, pero si estaba dispuesto a hacerlo podría llegar muy lejos. Silvio comenzó las clases junto con otros niños mayores que él. Al principio se sentía intimidado por ellos, pero pronto se dio cuenta de algo importante: todos tenían habilidades diferentes en la magia.

Unos eran buenos haciendo desaparecer objetos grandes mientras otros eran expertos en crear ilusiones. Poco a poco, Silvio fue descubriendo su talento en la magia. Era muy bueno haciendo trucos con cartas y con monedas.

Practicaba todos los días después de clases y su abuela lo ayudaba a conseguir nuevos materiales para sus actos. Un día, se enteró de que habría una competencia de magia entre las escuelas del país y decidió participar. Se preparó durante semanas para el gran evento.

Cuando llegó el día de la competencia, Silvio estaba nervioso pero seguro de sí mismo. Hizo un truco con cartas que dejó boquiabiertos a todos los jueces y al público presente en el teatro.

"¡Ese chico es impresionante!"- exclamaron algunos asistentes emocionados. Silvio ganó el primer premio y su abuela lloraba emocionada en las gradas. Había logrado algo grande gracias a su dedicación y esfuerzo.

A partir de ese momento, Silvio siguió estudiando magia pero también se interesó por otras cosas como la música y la pintura. Sabía que podía lograr todo lo que se propusiera si trabajaba duro para ello.

La historia de Silvio inspira a muchos niños a perseguir sus sueños sin importar cuán difíciles puedan parecer. La perseverancia siempre tiene recompensas y nunca es tarde para empezar algo nuevo.

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