La Esencia de la Gatita Nube



Era un brillante día en la ciudad de Buenos Aires, donde un pequeño barrio lleno de árboles y flores albergaba a Nube, una encantadora gatita de pelaje blanquecino y ojos azules. Aunque Nube era una gatita alegre, en su corazón había un pequeño nudo de tristeza. Extrañaba a su mejor amiga, Sofía, que había tenido que mudarse a otra ciudad con su familia.

Un día, mientras el sol se asomaba en el horizonte, Nube se estiró y decidió hacer algo especial. "Voy a buscar a Sofía y traerla de vuelta"-, se dijo. Así que se puso su pequeño collar de brillantes y salió de su hogar.

Nube recorrió el barrio saludando a todos.

"¡Hola, Doña Gata! ¿Has visto a mi amiga Sofía?"- preguntó.

"No, querida, pero creo que ella vive lejos, cerca de las montañas"-, respondió Doña Gata con una sonrisa comprensiva.

Nube sintió un nuevo impulso. "¡Tengo que ir a buscarla!"- exclamó, y corrió al parque. En medio del trayecto, se encontró con un perro llamado Max. Max era un perrito juguetón que siempre estaba lleno de energía.

"¿A dónde vas tan apurada, Nube?"- inquirió Max.

"Voy a buscar a Sofía, la extraño mucho"-, contestó la gatita.

"¡Yo te puedo ayudar!"- propuso Max alegremente.

"¿De verdad? Eso sería genial"-, dijo Nube, sorprendida y feliz. Juntos, decidieron emprender el viaje.

Cruzaron puentes, parques y hasta una pequeña plaza llena de niños que jugaban. En cada lugar que pasaban, Nube preguntaba. Pero nadie parecía saber dónde estaba Sofía. La gatita comenzó a sentirse un poco desanimada.

"No te preocupes, Nube. A veces, las cosas buenas toman tiempo"-, le dijo Max al ver su carita triste.

"Tenés razón"-, suspiró Nube. Pero en su corazón seguía sintiendo que algo faltaba.

Más adelante, se encontraron con una tortuga anciana que reposaba bajo la sombra de un árbol. Ella escuchó la historia de Nube y, después de un momento de reflexión, dijo:

"A veces, el amor no está en el lugar, sino en los recuerdos que guardamos"-.

"Pero yo quiero ver a Sofía ahora"-, insistió Nube, sintiéndose más confundida que antes.

"Te entiendo, pequeña. Pero el viaje para buscarla puede enseñarte algo valioso. A veces, extrañar es una oportunidad para recordar lo especial que es lo que se ha ido"- explicó la tortuga.

Nube pensó en eso mientras continuaban su búsqueda. En el camino, Max y Nube compartieron historias sobre sus aventuras. Poco a poco, Nube empezó a sonreír de nuevo.

"Claro que quiero ver a Sofía, pero también me alegra tener un amigo como vos en este viaje"-, dijo la gatita.

"Eso es!"-, exclamó Max, moviendo la cola.

Con el tiempo, decidieron descansar cerca de un lago brillante. Observando las ondulaciones en el agua, Nube recordó su tiempo con Sofía: jugar juntas, las risas y las travesuras.

"Hoy me he dado cuenta de que esos momentos se quedan conmigo, aunque Sofía no esté aquí"-, dijo Nube con una sonrisa. La tortuga anciana, que se había acercado, asintió.

"Exactamente. El amor que compartieron nunca se irá"-.

Mientras el sol comenzaba a ocultarse en el horizonte, una idea brillante iluminó la mente de Nube. "Max, tengo un plan. ¡Vamos a hacer algo especial!"-

"¿Qué cosa?"- preguntó intrigado Max.

"Voy a enviarle un mensaje a Sofía, compartirle todas nuestras aventuras de hoy"-. Juntos comenzaron a armar una carta.

Durante el tiempo que pasaron juntos, se hicieron garabatos y dibujos, y al final, Nube se sintió aliviada y llena de amor. En lugar de tristeza, ahora había una bonita sensación de conexión.

"No importa la distancia, siempre llevaremos nuestras memorias y nuestro cariño"-, reflexionó Nube.

Cuando llegó la noche, decidieron regresar. Max prometió a Nube que la ayudaría a enviar la carta al día siguiente. Nube llegó a casa con el corazón ligero, y por primera vez, en mucho tiempo, se sintió feliz. Aquel día se había convertido en una aventura inolvidable.

Esa noche, mientras se acurrucaba en su cama, Nube sonrió al recordar lo que había aprendido. "Extrañar a alguien es parte de quererlos, y siempre puedo recordarlos y compartir historias"- murmuró antes de quedarse dormida.

Desde ese día, Nube se sintió más fuerte. No solo porque había encontrado un buen amigo como Max, sino porque había entendido que aunque Sofía estuviera lejos, siempre llevaban un pedazo el uno del otro en el corazón. Y eso hacía que el amor fuera aún más especial.

Así, Nube siguió viviendo sus aventuras, poniendo amor y alegría en cada día, sabiendo que siempre podría recordar a su amiga y que, algún día, se volverían a encontrar.

FIN.

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