La espada de la valentía
Había una vez en el pequeño pueblo de Churupitete, vivía un niño llamado Benjamín. Benjamín era un chico muy curioso y siempre estaba buscando nuevas aventuras para divertirse.
Un día, mientras exploraba el bosque cercano, encontró un extraño objeto brillante entre los árboles. Era una antigua espada que había sido olvidada hace mucho tiempo. Emocionado por su hallazgo, decidió llevarla a casa para mostrarle a sus amigos.
Al llegar al pueblo, se topó con su mejor amigo Lucas y le mostró la espada mágica. "¡Mira lo que encontré en el bosque!" exclamó Benjamín emocionado. Lucas miró la espada con asombro y dijo: "Eso es increíble, Benja.
¿Crees que sea real?"Benjamín asintió con entusiasmo y respondió: "¡Claro que sí! Podemos fingir ser valientes caballeros e ir en busca de grandes aventuras". Los dos amigos comenzaron a imaginar historias épicas mientras jugaban con la espada mágica.
De repente, un hombre mayor llamado Don Ernesto se acercó y les preguntó qué estaban haciendo. "Estamos teniendo una gran batalla", respondió Lucas emocionado. Don Ernesto sonrió y dijo: "Si quieren tener una verdadera batalla, deberían visitar el viejo molino abandonado al final del camino.
Dicen que allí vive Escarramán, el temible gigante". Los ojos de los niños se iluminaron ante la idea de enfrentarse al gigante Escarramán. Sin perder tiempo, se dirigieron al molino abandonado.
Al llegar, los niños encontraron a Escarramán comiendo ajonjolí y riendo fuerte. "¿Quiénes son estos pequeños intrusos?" gruñó el gigante. Benjamín, tomando coraje, levantó la espada mágica y exclamó: "¡Somos valientes caballeros en busca de aventuras! ¿Te atreves a enfrentarnos?"Escarramán soltó una carcajada y aceptó el desafío.
La batalla comenzó entre los dos amigos y el temible gigante. Los niños esquivaban sus golpes mientras luchaban con todas sus fuerzas. De repente, un guaje cayó del cielo directo hacia Escarramán.
El gigante no tuvo tiempo de reaccionar y quedó atrapado debajo del fruto caído. Los niños aprovecharon la oportunidad para escapar rápidamente del molino abandonado.
Se dieron cuenta de que el guaje había sido lanzado por un grupo de monitos traviesos que vivían en los árboles cercanos. "¡Gracias por salvarnos!" exclamó Lucas mientras se recuperaba del susto. Benjamín sonrió y respondió: "No hay problema, amigo. A veces, la ayuda viene de lugares inesperados".
Desde ese día, Benjamín y Lucas aprendieron que trabajar juntos les permitía superar cualquier obstáculo. Y aunque nunca volvieron a enfrentarse a Escarramán o a los monitos traviesos, siempre recordaron su gran aventura en busca de emocionantes combates.
Y así termina esta historia llena de imaginación y amistad en el encantador pueblo de Churupitete.
FIN.