La espera de Joaquín
Había una vez un niño llamado Joaquín que vivía en un pequeño pueblo lleno de aventuras. Tenía un tío muy especial: Tío Beto, quien siempre llegaba con historias emocionantes y juegos divertidos. Pero lo que más le gustaba a Joaquín era que Tío Beto traía consigo a su mascota Mafalda, una alegre perra que adoraba correr y jugar con ellos.
Un día, Tío Beto le dijo a Joaquín: "Hola, campeón! Tengo que irme de viaje por un tiempo, pero cuando vuelva, vamos a vivir la aventura más genial de todas. ¿Te parece?"-
Joaquín se entristeció un poco. "Pero Tío, te voy a extrañar mucho. ¡Siempre jugamos juntos!"-
"Lo sé, mi querido sobrino, pero mientras estoy lejos, quiero que seas paciente y disfrutes de tus propios juegos. Además, Mafalda estará aquí contigo para que se diviertan. Nos volveremos a encontrar pronto, ¡y prometo que me traeré una sorpresa!"- dijo Tío Beto, acariciando a Mafalda que movía su cola emocionada.
Tío Beto partió, dejando a Joaquín y a Mafalda en casa. Al principio, Joaquín se sentía muy solo. Miraba la puerta esperando que su tío apareciera en cualquier momento. Pero Mafalda, siempre alegre, saltaba a su lado tratando de animarlo.
Una tarde, mientras jugaba a hacer un castillo de almohadas, Joaquín tuvo una idea. "¡Mafalda! Vamos a construir un super castillo y quedará tan grande que cuando vuelva Tío Beto, se va a sorprender. ¡Será la mejor sorpresa!"-
Así que Joaquín y Mafalda comenzaron su gran proyecto. Utilizaron todas las almohadas y mantas de la casa. Fue un trabajo difícil, pero se divirtieron muchísimo. Joaquin empezó a olvidarse de la tristeza de la partida de su tío mientras su castillo iba tomando forma.
Al día siguiente, Joaquín invitó a sus amigos para que lo ayudaran. "¡Chicos! Vengan, estamos construyendo el castillo más maravilloso de todos y necesitamos más manos"-.
Sus amigos llegaron emocionados y juntos construyeron la estructura más asombrosa con pasadizos, torres y hasta un pequeño trono para el rey. Joaquín estaba muy feliz, y Mafalda corría de un lado a otro, ladrando de alegría.
Pasaron varios días llenos de juegos y risas, pero Joaquín seguía pensando en Tío Beto. "¿Cuándo volverá?"- se preguntaba. Hasta que un día decidió hacer un gran cartel para su tío: “¡Bienvenido al Castillo de Joaquín! ” con colores brillantes y dibujos de dragones y princesas.
Un día soleado, mientras Joaquín jugaba con Mafalda en el jardín, vio un auto familiar acercándose. "¡Mafalda, mira!"- gritó, el corazón le latía rápido. Cuando el auto se detuvo, vio salir a Tío Beto con una gran sonrisa en su rostro. "¡Joaquín! Estoy de vuelta y tengo la sorpresa más grande para vos!"-
Joaquín, lleno de emoción corrió hacia su tío y le abrazó con todas sus fuerzas. "¡Te extrañé tanto, Tío Beto!"-
"Y yo a vos, campeón. Pero me parece que tengo que prepararme para la mayor aventura de nuestras vidas que comenzará en tu castillo. ¡Vamos a verlo!"- respondió Tío Beto, guiando a Joaquín y a Mafalda hacia el interior de su gran obra.
Cuando llegaron al castillo, los ojos de Tío Beto brillaron de asombro. "¡Guau! ¡Esto es increíble! No puedo creer que hayas hecho todo esto mientras estaba fuera. Vos y Mafalda han hecho un gran trabajo. Sin embargo, la mejor parte de volver a casa es poder compartirlo con vos, Joaquín"-.
Joaquín se sintió orgulloso y feliz. Había aprendido que la paciencia es importante y que siempre hay algo divertido por hacer, incluso cuando los que queremos no están cerca. Y así, los tres: Joaquín, Tío Beto y Mafalda, comenzaron un sinfín de aventuras juntos en el castillo, llenando el aire de risas y magia.
Desde entonces, Joaquín siempre esperaba con alegría la llegada de Tío Beto y las aventuras que juntos compartirían. Y cada vez que su tío se iba de viaje, él sonreía y pensaba: "Vale la pena esperar por lo mejor"-.
FIN.