La espera del ratoncito Pérez
Había una vez una niña llamada Martina que había perdido un diente. Estaba emocionada porque sabía que esa noche el ratoncito Pérez vendría a dejarle una sorpresa bajo la almohada.
Martina cepilló su diente con mucho cuidado y lo envolvió en un pañuelo para que el ratoncito pudiera llevárselo fácilmente. Luego, colocó el diente debajo de la almohada y se acostó, ansiosa por la visita del ratoncito.
Pasaron las horas y Martina, que no podía dormir del nerviosismo, decidió mirar debajo de la almohada para ver si ya había llegado el ratoncito Pérez.
Para su sorpresa, ¡su diente seguía allí! Desconcertada, se preguntó si el ratoncito no había venido porque su diente estaba sucio o porque no lo había colocado de la manera correcta. Sin embargo, decidió esperar un poco más y volvió a acostarse. Unos minutos después, escuchó un suave ruido debajo de la almohada.
Martina se asomó con cuidado y vio a un pequeño ratoncito de aspecto amigable que sonreía con timidez. -¡Eres el ratoncito Pérez! -exclamó Martina emocionada. -Sí, soy yo -respondió el ratoncito-. Perdón por la demora, tuve un problemita en el camino.
Martina, muy curiosa, le preguntó qué había sucedido, y el ratoncito le contó que se había cruzado con un pajarito herido y que había decidido ayudarlo antes de venir a buscar el diente de Martina. Admirada por la bondad del ratoncito, Martina le ofreció un pedacito de queso como agradecimiento.
El ratoncito Pérez, emocionado, aceptó el regalo y le dejó a Martina una moneda bajo la almohada.
Desde esa noche, Martina aprendió que la bondad y la generosidad son más importantes que cualquier recompensa material, y siempre recordó con cariño la visita del ratoncito Pérez.
FIN.