La Esperanza de Teodoro



Era una calurosa noche de diciembre, y en la casa de Teodoro la alegría se respiraba en el aire. La familia estaba reunida alrededor de la mesa, decorada con luces brillantes y deliciosos platos. En el centro, un enorme árbol de Navidad iluminaba el salón, sus ramas estaban cargadas de adornos brillantes y un sinfín de regalos de colores.

- ¡Qué linda se ve la casa, mamá! -exclamó Teodoro, mirando con asombro el árbol-.

- Gracias, querido. Este año hicimos un esfuerzo especial para hacerlo brillar aún más -respondió su mamá, sonriendo mientras colocaba el último plato sobre la mesa. -

Teodoro estaba muy emocionado, pero había un rincón de su corazón que estaba un poco intranquilo. Había estado esperando un regalo en específico: un libro de aventuras sobre piratas que había visto en la librería del barrio. Era un sueño que había compartido con su papá, y ya hacía semanas que estaba deseando abrir ese regalo.

La cena fue deliciosa, llena de risas y anécdotas. La familia de Teodoro contaba historias de navidades pasadas mientras disfrutaban de un manjar de pollo al horno, ensaladas y tarta de dulce de leche. Finalmente, llegó el momento más esperado de la noche. Todos se miraron con complicidad y comenzaron a destapar los regalos.

- ¡Mirá lo que me trajeron! -gritó su hermana Clara, abriendo un juego de mesa. -

- ¡Es genial! -respondió Teodoro, tratando de ocultar su impaciencia.

Un regalo tras otro iba siendo abierto, y Teodoro sonreía, aunque en su interior sentía que su corazón latía cada vez más rápido. El tiempo pasaba, y su regalo seguía sin aparecer.

- ¿Me pueden ayudar a abrir este? -dijo el abuelo, sosteniendo un regalo grande con la forma de un libro.

- ¡Claro, abuelo! -dijo Teodoro, acercándose rápidamente. Juntos comenzaron a rasgar el papel prácticamente con la misma emoción. Pero cuando lo destaparon, se dieron cuenta de que era un álbum de fotos familiar. Los músculos de su rostro se contrajeron, y aunque se esforzó en sonreír, una nube de decepción lo envolvió.

- Teodoro, ¿te encontrás bien? -le preguntó su mamá, al notar su semblante. -

- Sí, mamá, estoy bien. Solo... esperé un regalo especial -murmuró con tristeza.

Finalmente, todos los regalos habían sido destapados. Las risas continuaban resonando en el aire, pero Teodoro sentía una pequeña sombra pasando por su corazón.

- Bueno, a ver si entendemos lo que pasó -dijo su papá, dándole una palmadita en la espalda-. La Navidad no siempre se trata de los regalos, ¿saben? Lo que importa es la familia y el amor que compartimos en este momento. -

Teodoro miró a su alrededor, sus ojos se llenaron de amor. De repente recordó lo divertido que había sido compartir la cena, escuchar las historias, y reír.

Mientras se perdía en sus pensamientos, escuchó un sonido detrás del árbol.

- ¡Oh! -exclamó su mamá-. Me olvidé de un regalo, ¡de un regalito para vos, Teodoro! -

Teodoro sintió una chispa de emoción, al ver a su madre correr hacia el árbol. Ella volvió con un paquete pequeño en la mano, envuelto con un papel brillante.

- ¡Esto debería ser para vos! -dijo su mamá, con una sonrisa.

Teodoro apresuradamente destapó el papel, revelando un libro. No era el libro de piratas que había estado esperando, pero cuando se dio cuenta de que era una colección de historias sobre aventuras en el mar, su rostro se iluminó.

- ¡Es increíble! -gritó, saltando de alegría. -

- Sabía que te iba a gustar, así que estuve ahorrando -dijo su papá, haciéndole un guiño. -

El resto de la noche fue mágico. Teodoro se sumergió en el nuevo libro, leyendo en voz alta mientras su familia lo escuchaba. Comprendió que muchas veces lo que uno espera no es necesariamente lo que uno necesita.

Al final, mientras miraba las caritas sonrientes de su familia, Teodoro se dio cuenta de que el verdadero regalo de esa noche era el tiempo compartido, las risas y el amor que lo rodeaba. Así, se quedó con el corazón lleno de gratitud y la promesa de seguir viviendo nuevas aventuras, en su mente y en la vida real.

Y así, Teodoro aprendió que la Navidad es más que regalos; es creatividad, unidad y el amor que nos une, y eso es un verdadero regalo que siempre lo acompañará.

Desde esa navidad, Teodoro comenzó a contar historias nuevas a su familia, creando aventuras en cada encuentro, y recordando siempre que lo que importa no es solo lo que recibimos, sino también todo lo que damos.

FIN.

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